Al final, Marga Prohens ha logrado lo que quería, un Govern en solitario del PP, aunque nunca dijo qué precio estaba dispuesta a pagar. El acuerdo programático firmado con Vox parece redactado en la sede central de la ultraderecha española, la retórica utilizada les delata. Los conservadores aceptan trágalas insólitos, como llamar ‘fallecidos' a las víctimas del franquismo o suprimir la exigencia del conocimiento de la lengua catalana para el acceso a la función pública. Del poco más de un centenar de compromisos la mayoría, eso sí, responden a cuestiones programáticas del PP. Vox, por su parte, se lleva en volandas a Jorge Campos a comer bocatas de calamares a Madrid.
La gran baza de Prohens es que como presidenta del Govern tendrá en su mano la posibilidad de un adelanto electoral, siempre en función del comportamiento de Vox, y también el BOIB; que no es poco. Poniendo la lupa al acuerdo por el que la ultraderecha acepta quedarse fuera del Consell de Govern –hito sin parangón en el resto del Estado– es obligado denunciar que el texto dice una cosa y la contraria, estamos, por tanto ante un acuerdo en el que lo importante serán las realidades, los hechos, y para ello es preciso esperar. El tiempo dirá. La entrada en el gobierno insular de Mallorca de Vox es la papeleta que deberá resolver Llorenç Galmés.
No será un cuatrienio plácido si el PP no sabe salir de algunos entuertos, como el retroceso de la lengua catalana en los centros educativos. Cuestión muy distinta es esta especie de histeria que recorre el espectro político de la izquierda (y todos sus satélites sociales), como si estuviesen afectados de amnesia y no recuerden el alcance que debían tener los acuerdos del PSIB con Més y Unidas Podemos y en qué quedaron cuatro años después. Habrá que ver qué grado de sensatez es capaz de introducir la mayoría política conservadora para neutralizar las exigencia de la ultraderecha.
Evitar el caos no le será sencillo al PP balear y de manera muy especial Marga Prohens deberá actuar con astucia si no quiere acabar enredado en la dialéctica de Vox, un acuerdo que es muy probable que celebren la mayoría de militantes y votantes de ambos partidos, pero que requiere mantener las distancias. El PP y Vox mantienen serias diferencias en cuestiones importantes, empezando por el respecto y defensa del colectivo LGTBI.
El efecto del 23-J
UNA BUENA escapatoria que tiene Prohens para resolver la complicada papeleta que le espera está en los resultados de las elecciones generales. Una amplia victoria del PP y a distancia de Vox, de modo que Alberto Núñez Feijóo acceda cómodamente al palacio de La Moncloa, obligaría a las huestes de Santiago Abascal a levantar el pie del acelerador; a moderar sus posiciones. La ultraderecha vive un momento de euforia, de borrachera postelectoral tras los resultados del 28-M en los que son imprescindibles para conformar mayorías de gobierno en ayuntamientos y comunidades. Viven el mismo subidón que antes tuvieron Ciudadanos para adelantar al PP y Unidas Podemos para al PSOE, mirar atrás es imprescindible para no cometer los mismo errores.