Entiendo la rabia de los políticos que han sido desalojados de las instituciones de Baleares y hasta comprendo que arremetan con furia contra los pactos PP-Vox, pero lo que es inaceptable es la desmemoria de la que hacen gala, el desconocimiento de la historia reciente de Baleares y la falta de autocrítica. Decía Catalina Cladera, presidenta en funciones del Consell de Mallorca, que el PP había utilizado esta institución como moneda de cambio en los acuerdos alcanzados con el partido de Abascal, dejando patente una vez más que carece de la mínima cultura política. ¿Recuerda la señora Cladera a quién entregaron los socialistas, junto a PSM y Esquerra Unida, la presidencia de este organismo en 1995 y 1999? La respuesta es sencilla: A Maria Antònia Munar, presidenta de Unió Mallorquina, a quien, con sólo dos y tres diputados, respectivamente, le hicieron un espacio político propio y a medida, con un poder hasta entonces nunca visto. Y ahora parece que aquello nunca sucedió, que jamás se vendieron y que los sillones no fueron lo más importante.
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