Quien más quien menos dice tonterías, y cuando quedan por escrito se analizan con lupa si a uno le hacen president del Parlament. Esto es lo que ha sucedido con Gabriel Le Senne, de Vox. Incluso radios y diarios de la capital que suelen confundir Mallorca con Palma de Mallorca han dedicado espacios a sus reflexiones. Eso de que las mujeres son más beligerantes porque carecen de pene es la frase que ha tenido más éxito, pero también ha triunfado su negacionismo de la COVID y del cambio climático; sus enfoques sobre el sexo y los movimientos LGTBI y, especialmente, su autodefinición de «yo soy liberal y libertario, no de extrema derecha».
Pero éstas son frases intrascendentes ante dos cosas serias. La primera son sus dificultades manifiestas para expresarse en mallorquín, cuando nació en Palma en 1977, reside en la Isla y hasta el recién acuerdo de Gobierno entre PP y Vox habla de bilingüismo y co-oficialidad del catalán. Quiero pensar que el cargo le irá bien para soltarse. La segunda paradoja de Le Senne es su afirmación de que hay que devolver competencias al Estado. Es sorprendente que alguien liberal y con su formación académica desmerezca el esfuerzo de aquellas personas que tanto hicieron para que hoy exista un cierto nivel de autogobierno en las Islas. Y, especialmente, que pretenda dinamitar las instituciones desde el mismo centro, tal cual lo haría un independentista si estuviera en su misma posición. Tuvimos presidents muy curiosos, como Chelo Huertas o el bueno de Balti, pero ninguno hooligan. Habrá que esperar y ver para, tal vez, llegar a divertirse con él.