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La palabra de un político

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Puedo prometer y prometo…» ¿Quién de mi generación no recuerda estas palabras de Adolfo Suárez en vísperas de las elecciones del 15 de junio de 1977? Pero quizá pocos recuerden el contenido de la promesa «puedo prometer y prometo que trabajaremos con honestidad, con limpieza y de tal forma que todos ustedes puedan controlar las acciones de gobierno... puedo prometer y prometo que el logro de una España para todos no se pondrá en peligro por las ambiciones de algunos y los privilegios de unos cuantos». Ojalá hoy alguien prometiese y cumpliese lo mismo.

Los políticos siempre prometen en vísperas de las elecciones y a veces (pocas) cumplen y en general no cumplen. Felipe González en 1982 prometió crear ochocientos mil puestos de trabajo, pero muy a su pesar, en realidad, creó un millón más de parados. Eso no le impidió volver a ganar en 1986. Contrariamente a lo que se podría pensar, la gente vota a quien le inspira más confianza para llevar adelante un proyecto y no en función de una trayectoria porque los logros anteriores ya los ha descontado, ya los ha tenido en cuenta.

Hay promesas que no se pueden cumplir por causas ajenas al que prometió y las hay que se incumplen por necesidad de supervivencia. «La pertinaz sequía» (como se decía en el franquismo) puede arruinar cualquier política agrícola. Y luego hay otras como «si quiere se lo digo 15 veces, con Bildu no vamos a pactar», cuyo cumplimiento solo dependía de quien formuló el enunciado. El presidente del Gobierno dice que ha cambiado de posición en asuntos de Estado. No hay problema en aceptarlo, pero es complicado explicarlo. Antonio Maura militó 21 años en el Partido Liberal, antes de pasarse al Partido Conservador, ser su jefe de filas y cinco veces presidente del Gobierno. Winston Churchill se pasó del Partido Conservador al Partido Liberal en el que militó 22 años antes de volver al Partido Conservador y ser primer ministro en dos ocasiones. Es decir, cuando no estuvieron cómodos en el partido en el que militaban optaron por cambiar de partido. Churchill lo explicó: «Se puede cambiar de partido por cuestiones de principios, pero no de principios por cuestiones de partido».

Hay también silencios que lo dicen todo. Cuando no se incluye un pacto contra la violencia machista en un acuerdo con Vox con la explicación de que es una «cuestión obvia», se está queriendo justificar un silencio injustificable. Esta vez puede haber 2,5 millones de personas que voten por correo, récord absoluto. Cuando empiece la campaña, ya se habrá emitido ese voto por correo. ¿Por qué no nos ahorramos la campaña? A lo mejor nos evitaríamos oír promesas que nunca se cumplirán.

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