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Las campanas tocan a rebato

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Los resultados electorales del PSOE en el 28-M, a juicio del gran tahúr y sin embargo perdedor, fueron inmerecidos e injustos. Considera que el pueblo, cruel y malvado no hizo lo que debía, que es, obviamente, votarle a él. ¡Cómo puede votarse la derecha! No cabe en la cabeza. Nunca se había escuchado semejante dictamen de un presidente perdedor de unos comicios. Su reacción no se hizo esperar: ¡Os vais a enterar! Parece que pensó; y zas, adelantó las elecciones que normalmente debían celebrarse en noviembre o diciembre, al 23 de julio (23-J). No falta ser un augur para deducir de ello que no dimitirá, como sería lo lógico, vista la debacle. No hay que olvidar los propios intereses. Así, el PSOE no tiene tiempo de sustituirle. Es evidente que La Moncloa es mucho palacio para abandonarlo así como así. Está claro que la fecha elegida, no solo no invita a ir a votar, como debiera, sino que lo dificulta. Media España de vacaciones; gran parte fuera de sus domicilios hace prever que habrá mucha abstención. Muchos electores que aun queriendo votar terminarán por no hacerlo. Es bastante evidente que se han tenido más en cuenta los intereses personales del candidato a presidente del Gobierno que el derecho del pueblo español, titular de la Soberanía nacional, de la que emanan los poderes del Estado, (uno de los cuales es el ejecutivo o gobierno que saldrá de esos comicios). Véase el art. 1.2 de la Constitución. Claro que ya sabemos por las propias sentencias el Tribunal Constitucional, como maltrató Sánchez los derechos fundamentales del pueblo que gobernó durante el confinamiento. Ahora, ante esta encrucijada, no esperemos sino episodios semejantes. Corresponderá a la ciudadanía hacer posible lo necesario, venciendo los obstáculos. Una prueba de responsabilidad por parte de la ciudadanía. Nos va mucho en ello y solo tenemos la ocasión una vez cada cuatro años. Y ahora toca. Es prudente y necesario acudir donde hace falta cuando las campanas, como ahora, tocan a rebato; que no es sino una señal de alarma ante un hecho peligroso. Debiendo procurar que nadie nos confunda si nos pregunta por quién están doblando, porque el doblar de campanas es tocar a muerto; lo que en tal caso, con la venia de John Donne, deberíamos responder que no se nos formule tal pregunta, no fuera que la respuesta debiera ser que doblan por ti.

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