Sin el invento formal del concepto de circulo, y su tenue borde la circunferencia, probablemente habríamos sufrido un frenazo evolutivo y quizá aún estaríamos extraviados en la Edad del Hierro, caminando en círculos. Lo que pasa cuando te pierdes en un desierto sin formas reconocibles. Ah, la forma. La forma lo es todo. Pero los primeros círculos, que ya trazaban los chinos, los egipcios y los babilónicos con un trozo de cuerda y un palo clavado en el suelo, eran bastante macarrónicos, y hasta que llegó el compás, citado ya en los clásicos griegos, no eran auténticos círculos. Por falta de geometría.
Dicen que Arquímedes acabó de precisar la relación entre la longitud de la circunferencia y su diámetro, es decir, el celebérrimo número pi, que pronto invadió todas las matemáticas y física, y hasta en las ecuaciones básicas de la teoría cuántica aparece. Y que naturalmente es un número irracional, el más irracional del mundo. Por eso es fundamental para entender las cosas. Pero sin el hallazgo del círculo no existiría pi, no habría nada que relacionar con nada, y eso sí sería irracional. Además de matemáticas, física y conocimiento, hay que ver la cantidad de metáforas que genera el círculo. Los círculos viciosos, los círculos de poder, los círculos mágicos, los círculos del infierno. Hasta las monedas son círculos. ¡Y los anillos!
El círculo es la figura más simétrica imaginable, y ya se sabe cuánto valoran los humanos las simetrías, que les parecen prodigios. No hay belleza sin simetría, es decir, sin circunferencias y esferas. Por no insistir en las semiesferas, una obsesión que impulsó a los hombres (los hombres) a inventar el amor, la poesía y todo eso. La armonía pitagórica de las esferas, o mejor, de las semiesferas. Si el círculo no existiera, todavía existiría en el interior de nuestros cerebros, igual que una manía. Y faltos del número pi, pensaríamos en círculos, dando vueltas y revueltas sin saber a qué. A la nada budista. Porque todo acaba siendo circular, incluso el tiempo. Ah, qué sabiduría, la de esa forma donde todo equidista de un centro imaginario. Algunos dicen que sin él no hay círculo. Otros, que sin círculo no hay centro. Lo que gusten.