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Qué hacer con Vox

Para los partidos pequeños que aspiran a una conselleria las alternativas siempre son dos

| Palma |

Para los partidos pequeños que en el mejor de los casos pueden aspirar a una conselleria en un gobierno que no presiden, las alternativas son siempre dos. Para los partidos mayoritarios, que tienen necesidad de los votos parlamentarios de alguna bisagra, también. Se trata de una elección muy simple.

La primera opción, dejar que los pequeños sigan en la oposición, con lo que se quedan sin salarios, sin ‘colocar' a los amigos, sin dietas, sin coches oficiales, pero con la virginidad que equivale a que nadie les pueda acusar de corruptos, de no saber hacerlo, de ilusos. En la oposición pueden seguir pontificando porque, cuando no se gobierna, todas las soluciones son brillantes y es más fácil captar seguidores.

La segunda opción es ocupar cargos, tener que gestionar, que ‘enchufen' a los suyos, que no tengan explicaciones para lo que hacen, que se contradigan, que demuestren que son también bastante malillos y que no son capaces de saber qué rumbo tomar. El mito hecho añicos, pero los dirigentes contentos porque tienen poder.

Esto es lo que tuvo en su momento que decidir el PSOE balear respecto de Podemos y Més y ya ven cómo les ha ido a las bisagras: no han cambiado nada y los electores los han mandado a casa. Y no digamos qué pasó en Madrid con Podemos.

Esto es lo que ahora ha de decidir Marga Prohens, la líder del Partido Popular, con Vox. Ha de escoger entre que se queden fuera y que le corrijan a ella cada uno de sus fallos, con la derivada de que pensemos que mejor habría sido votar a Vox, o darles poder y que se vea que son igual de mediocres que los demás, que no tienen fórmulas mágicas.

Como la izquierda ha construido la imagen de un monstruo peligrosísimo que se va a comer a los niños, dar poder a Vox también es certificar que son unos ‘matados', que a duras penas, con algunas excepciones, podrán repetir las consignas que les llegan de Madrid. Y eso les convierte en votables para mucha gente. Con ellos, pensará el elector, tampoco arde Troya. El mito construido por la izquierda se derrumbaría.

Sólo las elecciones de julio hacen que escoger entre estas opciones no sea tan fácil como lo describo. Pero el 24 de julio se habrá acabado todo y los partidos podrán hacer lo que crean que deben hacer. Si es que se enteran.

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