N o deja de ser triste que la mayor parte de los logros en materia social delGobierno de PedroSánchez sean obra de sus socios de Podemos. El líder socialista alardea de buena gestión –casi todos los datos económicos le avalan, desde luego–, pero a nada que se rasque un poco detrás del brillo asoma la mano de lo que ahora llaman«extrema izquierda». Sin embargo, no es eso lo peor. Esta semana, después de los deprimentes resultados de las elecciones autonómicas y municipales, han salido a la palestra un montón de antiguos líderes del socialismo español prestos a criticar a un Sánchez que si por algo pasará a la historia será precisamente por haber hecho políticas de izquierda sin complejos.Todas esas momias –AlfonsoGuerra,Nicolás Redondo, JoaquínLeguina,Rodríguez Ibarra oJosé Luis Corcuera– hace mucho que piensan y actúan como la derecha más tradicional del país. Que no tiene nada de malo, ojo, pero no te ampares en un partido que dice ser socialista cuando tu ideología no lo es. Porque su propia definición lo indica: socialismo viene de social. Si la gran masa humana que compone un país te importa poco y prefieres salvaguardar los intereses y privilegios de grandes empresarios, la banca, la Iglesia y demás estamentos sacrosantos en las sociedades más tradicionales, es que no eres socialista. Las medidas para mejorar los salarios, las pensiones, las becas y para contener el sablazo de los carburantes y la electricidad son de sesgo izquierdista porque favorecen a la gran mayoría, que en este país es cada vez más pobre. Y casi todo ello se ha hecho por iniciativa de Podemos, que sin llevar la etiqueta del socialismo, cumple con creces. No así los que lucen el pin con orgullo sin merecerlo.
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