El objetivo prioritario de la oposición en las elecciones generales de diciembre es desbancar a un Gobierno que se ha aliado con los peores enemigos de España. Unos, antisistema que niegan los valores de Occidente e instituciones como la OTAN; otros, herederos de terroristas o separatistas sediciosos insurrectos, que instigan a la polarización social. Hay que mandar a su casa a un presidente que ha hecho de la mentira y el engaño su arma política; del sectarismo y la cultura del conflicto, su método; y de la polarización social, su objetivo. Esa degradación de la democracia que es el sanchismo, si la oposición no lo remedia, acabará demoliendo la ingente obra de nuestra convivencia, que tanto nos ha costado levantar.
La oposición, PP y Vox, tras estos años de rodaje han dejado de ser almas de un mismo partido para conformar dos partidos diferentes. Aunque tengan espacios comunes, como la defensa de la Constitución, el respeto a las instituciones y el acatamiento escrupuloso al marco legal. Además, Vox es la tercera fuerza política y no ha defendido nunca ni practicado la violencia, es más, es la fuerza que más la ha sufrido a manos de la extrema izquierda. La realidad es que ambos partidos compiten por seducir al votante de derechas con modelos distintos en un espacio que ya irremisiblemente tendrán que compartir. Pero no pueden prescindir uno del otro, se necesitan; ninguno por sí solo podrá conseguir su objetivo. Si no aceptan esta realidad y se encastillan en sus diferencias ideológicas, por sustanciales que éstas sean, conseguirán que no haya que cambiar el colchón de La Moncloa.
Feijóo y sus barones no deben comprar la falsa historia de esa izquierda patrañera, despreciando a su socio natural, cediendo una vez más ante aquella por temor a su desprecio, cuando ellos indultan, desencarcelan, despenalizan, se alían, cogobiernan con todos aquellos cuyo objetivo común es acabar con la España constitucional. En un sondeo de 40dB, a la mayoría de los votantes del PP no les preocupaba tener un partido a su derecha y al 46,6 % le parecería bien que entraran a formar parte del Gobierno con el PP. Sus votantes no les perdonarían que el sanchismo repitiera por no llegar a entenderse.