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Empieza algo

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Tal y como la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo llevaba meses pregonando, el Domingo de Ramos empezó algo, además de la Semana Santa. El eslogan, profusamente exhibido, era ‘Empieza todo', pero bueno, hay gente un poco exagerada. Todo, lo que se dice todo, no sé si empezaría, pero algo parece que sí. Y ya era hora, después tanto anuncio y tanta expectativa. Tampoco está claro qué: un espacio, una plataforma, un grumo de izquierdas, una cosa. El nombre de la cosa, Sumar, confunde bastante porque recuerdo que lo primero que aprendí en el colegio, con 6 o 7 años, además del misterio de la Santísima Trinidad y la importancia del Domingo de Ramos, cuando el mismo Dios entró en Jerusalén cabalgando un burro entre el fervor de la multitud, fue que no se pueden sumar peras y manzanas. Ovejas y cabras tal vez, manzanas y peras nunca, porque 4 peras más 7 manzanas te salen 3 pepinos y no has sumado nada. Es lo que me lleva a pensar que quizá el domingo empezase algo, pero ni mucho menos todo. Un error de cálculo disculpable, ya que nuestras izquierdas, intelectuales y duchas en divisiones, números irracionales, raíces cúbicas y logaritmos neperianos, no saben sumar. A Unidas Podemos, el partido que llevó al Gobierno a la vicepresidenta Díaz, incluso le repele esa operación de sumar, le da asco. Sospechan, con fundamento matemático, que de lo que trataba el evento del domingo es de acabar con ellos, absorberlos como la araña a la mosca, disolverlos en jugos. Y una vez disueltos, zampárselos. Así que, como también llevaban meses anunciando, no asistieron al festín dominical. En lugar de eso, se quejaron ruidosamente y se hicieron las víctimas, un arte que dominan. Lo que no impidió a la señora Yolanda Díaz, famosa por su acerada dulzura y cariñosa dureza, asegurar que finalmente, y justo en ese momento, empezaba todo. ¿Qué todo? Bueno, eso también lo dijo con su encantadora sencillez. «Quiero ser la primera presidenta de España», resumió sin darse importancia. Sumen o no sumen unos, puedan o no puedan otros, fue un brillante Domingo de Ramos. ¿Empieza algo? ¿La feroz lucha de siempre por el poder? Y yo qué sé.

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