La manifiesta incapacidad del Gobierno de Pedro Sánchez para controlar la inflación, un mal que afecta al conjunto de las economías europeas, genera un creciente malestar ciudadano a las puertas de una cita electoral trascendental como es la del 28-M. El encarecimiento de los precios, y en especial de aquellos productos de los que es imposible prescindir –la cesta de la compra–, tiene incidencia directa en la percepción que tiene el votante de cómo van las cosas. Y no puede ser otra que mal, muy mal. Añadan el hecho de que entre socialistas y podemitas tampoco puede decirse que estén coordinados, las estrategias para tratar se paliar la situación oscilan desde la inexistencia hasta la más pura contradicción; lo que dicen Nadia Calviño y Yolanda Díaz son pura contradicción; y eso que ambas son vicepresidentas del mismo Consejo de Ministros. Poca broma.
la política del Banco Central Europeo, con la incesante subida de los tipos de interés, en nada ayuda a la mayorías de las economías familiares del país. Christine Lagarde provoca, con las revisiones al alza del euríbor, impactos brutales entre amplias capas de la población, en especial aquellas que están pagando la hipoteca de sus casas, los incrementos mensuales que está teniendo la política del BCE se traduce en cientos de euros más cada mes. Insoportable.
no se lo están poniendo fácil para la reelección a la presidenta Francina Armengol, tanto desde Madrid como desde Bruselas empañan el catálogo de logros que con seguridad se preparan en el PSIB para encarar los próximos comicios. Las ayudas sociales y las buenas expectativas de cara a la temporada turística pueden ser insuficientes para borrar la realidad cotidiana en la que viven los vecinos de pueblos y ciudades de las Islas, y menos cuando el Partido Popular está logrando reactivar sus bases. Es injusto responsabilizar al Govern balear de este escenario macroeconómico, pero tengo mis duda de que los electores quieran afinar tanto en su análisis a la hora de decidir a quién votará.
Descoordinación crónica
este diario ha evidenciado el incuestionable colapso circulatorio de los accesos a Palma, los cuales ya no se limitan a los tradicionales horarios laborales o escolares. En cualquier momento salta el atasco, cuyos motivos reales se desconocen pero que, en la mayoría de los casos, se externalizan sin ningún fundamento. El más recurrente son los coches de alquiler. Los atascos circulatorios en la capital ya son crónicos, pero ahora se han agravado por la manifiesta descoordinación institucional entre el Ajuntament, el Consell de Mallorca, el Govern y la Autoritat Portuària. Lean las informaciones aparecidas el respecto y serán testigos del vergonzoso peloteo entre unos y otros sin que, como parece que debería ser lo lógico, pida disculpas a los usuarios. Esta parece ser ahora la forma de entender la gestión de sus respectivas competencias, aunque al final el perjudicado sea el ciudadano que con sus impuestos paga las obras y el sueldo a sus responsables políticos. Ya tienen otro efecto colateral más que, con los plazos actuales, también influye en ese 28-M que ya está a la vuelta de la esquina.