Mira por dónde, la borrasca Juliette nos ha dado oportunidad de descubrir que la destreza de nuestro edil por antonomasia, José Hila, reside en tapar agujeros en el asfalto. Hasta tres de ellos –el de las Avenidas, colosal– ocasionaron los elementos. Los servicios municipales han trabajado con eficacia y presteza para rellenar el hueco y reabrir los carriles afectados. Imagínense lo que hubiera sido si, en el único carril libre que quedó, el pacte hubiera plantado las vías de ese tranvía que, como en la obra de Tennessee Williams, sigue llamándose deseo.
Pero, en fin, aunque tampoco es que se trate de las obras del Escorial, está bien que Cort, como mínimo, sepa rellenar socavones con grava y hormigón.
En cambio, Hila no tiene ni idea de cómo rellenar la oquedad de las galerías de la Plaça Major, qué cosas.
10.000 agujeros más dice nuestro alcalde que ha rellenado con las raíces de otros tantos pimpollos, aunque el cuenta-árboles de la Plaça d'Espanya ya no funcione ni, por lo visto, eso le importe absolutamente a nadie. Su exsocio podemita, Rodrigo Romero, cree que la cifra es un farol, especialmente porque no parece que Hila haya restado de los árboles plantados los que ha talado durante el mismo período, que no son pocos. El postureo en las redes sigue rigiendo los designios políticos de nuestro alcalde.
Armengol tapa también agujeros, aunque éstos sean los de la canoa del Pacte, que hace aguas por doquier y amenaza con hundirse en mayo si siguen las disonancias entre la tripulación. En su caso, usa el dinero del contribuyente para tapar con dádivas e incrementos salariales a funcionarios sus sonados fracasos en políticas sociales, especialmente, en la de vivienda, donde las bombas de achique no dan más de sí, ahora que el PSOE se niega a apoyar a la inquera en eso de poner límites a los alquileres y no quiere ni hablar de prohibir la adquisición de casas a los foráneos.
Para calafatear las grietas del casco, el hotelero Gabriel Escarrer presta su brea a la presidenta, expresando en público lo que ya sabíamos: Que las grandes cadenas hoteleras están a partir un piñón con el Govern, y que les da igual que gobierne el PSIB o el PP, Vox o Podemos, pues el caso es conservar su posición privilegiada entre aquellos que viven –vivimos, en realidad– del sector turístico. Mientras haya un Iago Negueruela de turno dispuesto a enfundarse la librea de lacayo, qué más da si es socialista o falangista.
Pedro Sánchez, en cambio, ya no da más de sí intentando tapar los boquetes del edificio gubernamental. Mantener a todo trance el pacto tras el episodio parlamentario del martes pasado demuestra qué único interés guía a nuestro bello líder.
Ignoro por completo cómo van a bautizar a la nueva ley del sólo (al fin puedo acentuarlo sin complejos) sí es sí, porque han conseguido desinformar de tal manera a la ciudadanía que el común del respetable ya no sabe si es una ley facha o progre. Lo único seguro es que quedan centenares de delincuentes sexuales pendientes de una rebaja de pena gracias a la chapuza intercontinental de este ejecutivo, fiado a los caprichos de sus ministras podemitas.
Sin embargo, el fuego amigo no cesa de horadar los muros de La Moncloa. Lo del ‘Tito Berni' no lo supera ni el mejor Berlanga.