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Comisiones

| Palma |

Habiendo gente para todo, sin duda abundan los sujetos que desde niños tiene la vocación de ser intermediarios comisionistas (una vocación de servicio), y hasta se siente tales en su fuero interno, pero ni han podido intermediar en nada, ni han pillado jamás una escuálida comisión. Ven un pastón delante de sus narices y no saben cómo hacerse con él, ni siquiera con las migajas; avizoran en el cielo nutridas bandadas de comisiones, igual que estorninos, y nunca logran meterles mano. Cuando la prensa informa de tal o cual operación oscura, no necesariamente corrupta, en la que alguien se ha embolsado sustanciosas comisiones (como el caso del Barça, o el hermano de Ayuso que hundió al líder Casado), esos comisionistas que llevan dentro no pueden menos que sentirse discriminados. Porqué ellos sí y yo no, es la pregunta que les atormenta. Pero hay más.

¿Cómo se cobra una gran comisión? ¿Y muchas? ¿Cómo, en definitiva, se hace uno intermediario comisionista? Me temo que no puedo ayudarles, porque yo tampoco tengo ni idea. Lo que tengo son muchas más preguntas. ¿Es la intermediación algo que surge de pronto, como los caracoles tras la lluvia, o es una disciplina académica? ¿Se trata de una ciencia social o quizá de una filosofía? ¿Requiere estudios y masters, o basta el don de la oportunidad? Porque tratándose del gran motor de la economía, las Escuelas de Negocios deberían expedir titulaciones. ¿Quién comisiona al comisionista? ¿Es un trabajo eventual o fijo? ¿Fijo discontinuo tal vez? ¿Son autónomos emprendedores, o el oficio requiere colegiarse? ¿Está regulado? ¿Hay que corromperse previamente o son cosas que no tienen nada que ver? ¿Es o será obligatorio que cuando alguien paga y alguien cobra, además de la del Estado, aparezca otra mano larga por medio? ¿Existen comisionistas del comisionista? Y si es así, ¿cuántos? Todo son preguntas, en fin. Que la economía funcione con tantas incógnitas es un milagro. El señor Borrell asegura que hay que aumentar el apoyo armado a Ucrania, y la señora Von der Leyen dice que hay que producir más municiones. No sé, quizá ahí esos intermediarios que se sienten discriminados logren encontrar acomodo. Porque se necesitarán muchos.

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