Las ministras y ministros de Podemos –Belarra, Montero, Díaz y Garzón– están en contra de que España envíe armas a Ucrania, país invadido por Rusia. Tenemos una guerra en Europa y conocemos el nombre del agresor, pero a ellos les parece mal ayudar al pueblo ucraniano agredido. ¿Cómo lo justifican? De manera penosa. Con circunloquios y proclamas buenistas a favor de la paz. La renuencia inicial del Gobierno español a enviar carros de combate Leopard a Ucrania –que desapareció posteriormente tras conocer Pedro Sánchez que tanto Alemania como los EEUU habían decidido facilitar a Ucrania este tipo de armamento– reflejaba la oposición de Podemos a dicha entrega. La rémora que supone los pactos del Gobierno de coalición ralentiza procesos y alarga decisiones.
PSOE y Podemos se observan de reojo pensando ya en las próximas citas electorales. No van a romper, de momento. Los ministros morados, singularmente Belarra, critican el apoyo a Ucrania, pero no dimitirán. Aunque las cosas podrían cambiar así que pasen los idus de mayo y unos y otros analicen los resultados de los comicios locales y regionales. Desde luego no se espera que Sánchez aproveche la salida con destino a candidaturas de alcaldía de las ministras Maroto y Darias para proceder a la sustitución de otra ministra, Irene Montero, quemada políticamente en razón del escándalo de las excarcelaciones y rebajas de condenas que está provocando la entrada en vigor de la ley del ‘solo sí es sí'. Ni será destituida ni entra entre sus planes dimitir. Es marca de la casa. Lo llaman «asumir las contradicciones» y tiene escuela. Antes de llegar al Gobierno, Pablo Iglesias, al ser preguntado por un programa que presentaba en un canal financiado por Irán, habló de «cabalgar las contradicciones». Sabía a dónde quería llegar y como tantos otros doctrinarios confiaba en ser absuelto por la historia.