A finales del año que viene, si Dios quiere, estará acabado el nuevo Paseo Marítimo de Palma. Para cuando se acabe, ya nadie se acordará ni de Noguera. Es lo que tiene la política, aunque puede que hasta ese día muchos se acuerden hasta de su madre. Como usted debería saber, ya han empezado las obras de esta emblemática zona de la ciudad. De entrada, hablamos del desafío político más valiente de Hila, puesto que ha tenido los santos bemoles de poner la fachada de Palma patas arriba a las puertas de su examen electoral. Hay que reconocerle el riesgo, jugándose el cuello apostando por una mejora incuestionable. Cambiar asfalto por vegetación siempre es un gran ejercicio de buenismo político que ni yo me atrevo a cuestionar. Se avecina una mejora sustancial de la ciudad donde se cambia una autopista urbana de tres carriles por sentido por una vía más amable para el peatón, un nuevo parquin en la zona de s’Aigua Blava y grandes espacios para darse un voltio. Por fin, el Paseo será un paseo por el que pasearse. Hasta ahora solo era medio, por el lado del mar, paralelo a varias ristras de árboles y coches. Aguante querido, que las obras siempre son molestas y después nadie se acuerda. Palma quedará así rodeada por el Paseo Marítimo por el sur y el nuevo Paseo de Cintura de ochenta por hora que rodea la ciudad, obra del vasco Sevillano.
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