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Gobernar para la gente

| Palma |

La política es el arte de resolver los problemas de los ciudadanos desde el gobierno. Sin duda, esto se entiende magníficamente entre las administraciones municipales que, con la única excepción en nuestras islas del alcalde de Palma, José Hila, gestionan, con mayor o menor acierto, pero con una nota media de notable, el día a día de sus múltiples competencias, dejando en un segundo plano los dogmas ideológicos y las banderas.

En cambio, cuanto más se incrementa el ámbito territorial abarcado, peor se gobiernan cualesquiera áreas, imponiéndose en mayor medida el intento de domesticar a la ciudadanía para tratar de que acabe pensando como quienes ocupan el poder y se consiga así su ansiada perpetuación en él.

Pero esa renuncia a gestionar en pro de la predicación ideológica, del más o menos sutil lavado mental y de la compra de voluntades a golpe de subsidios y subvenciones resulta, en algunos casos, letal.

Es el caso de nuestras carreteras. Cuando se critica a Iván Sevillano, responsable de Mobilitat del Pacte en el Consell de Mallorca, por su absoluta indolencia e incapacidad ampliamente demostradas, alguno podría pensar que se trata de una falacia ad hominem, y nada más alejado de la realidad. A Sevillano se le censura no por lo que es o piensa, sino por lo que hace o no hace, con tremenda ventaja de esto último.

Su gestión se resume en la inauguración de dos rotondas, en la reculada que hubo de hacer en su pretensión de adornar con espantosos muros prefabricados la carretera de Sóller, en ralentizar la vía de cintura y en la imposición de un carril VAO que nadie le pedía. Eso es todo.

Por el camino, la renuncia a terminar el segundo cinturón y a descongestionar los accesos a Palma, y el incomprensible retraso en multitud de obras pendientes en vías principales y secundarias, algunas de ellas puntos negros de nuestra red.

El luctuoso suceso vivido hace unos días en la carretera Algaida-Llucmajor, que costó la vida a un joven y graves heridas a su hermano se debió, probablemente, a una suma de desgracias e imprudencias, como ocurre casi siempre. Sin embargo, el departamento de Sevillano no es del todo ajeno a este fatal desenlace, porque hace años que dicha vía tendría que haberse reformado –parece que hay consenso sobre esto–, ensanchándose para poder delimitar unos arcenes de dimensión adecuada, mejorando el firme y suprimiendo, en lo posible, los cruces sin visibilidad y los puntos negros. Esta demanda social no es de esta legislatura, ni de la anterior, hace años que arrastra por las mesas de nuestros dirigentes.

Pasa lo mismo con el segundo cinturón a la altura de los depósitos de CLH. Nadie entiende que cueste tanto corregir los errores.

Pero, claro, eso da muy poco lustre y solo pequeños titulares, mientras que un carril VAO o la ralentización del tráfico en la vía de cintura para cabrear a todo el personal que conduce ocupa portadas y tertulias durante semanas, aunque sea para poner a caer de un burro al responsable, que cree que así gana enteros entre su parroquia de votantes progres.

Los dirigentes políticos no deben nunca olvidar que su pasividad o su empeño en imponer su voluntad sobre las necesidades de la ciudadanía no salen nunca gratis. Por desgracia, pueden llegar a costar vidas humanas.

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