Se trata de la equiparación de sexos contra viento y marea, aunque se vulneren otros derechos como los de la igualdad de oportunidades. Ahora le toca el turno a las fuerzas de seguridad del Estado, donde las mujeres no llegan al 17 por ciento de las plantillas y se quiere que se alcance el 40 por ciento en breve plazo.
Para eso no se pretende cualificar más a las féminas, sino darles la oportunidad de tener plaza con peores notas, mediante la reserva de puestos asignados por sexo. Es decir, que una mujer con peor examen que un varón tendrá la plaza porque sí.
Esto es justo lo contrario que promocionar a la mujer, destacando sus méritos e incentivándolos para que luche en igualdad de oportunidades con el hombre. ¿Dónde queda el principio de que nadie será discriminado por razón de sexo y otras zarandajas por el estilo?
El principio de discriminación positiva para acceder a un puesto de trabajo es, como su propio nombre indica, discriminatorio. Evidentemente, todos deseamos una sociedad más igualitaria y más justa, en la que se reconozcan los méritos de cada uno y no equívocas cuotas y otro tipo de discriminaciones. En el caso de las fuerzas de seguridad llevamos clamando por una mayor eficacia y una preparación acordes con lo que se espera conseguir.
Por eso, lo que queremos es mayor efectividad y no menos cualificación y la mejor preparación de las mujeres es la instrucción previa y la competitividad con los varones que nos hagan tener las fuerzas de seguridad modernas que nos merecemos en las que igualdad de hombres y mujeres sea un logro de todos y no la concesión de unos pocos.