Vaya semanita que llevamos con los símbolos. Siento vergüenza ajena por este espectáculo de circo cutre que aparece en informativos y tertulias y llega a la Fiscalía y al Congreso. Vergonya! Coincide la polémica de la bandera, el aula, la profesora y los aprendices de rebeldes sin causa y sin razón con la carta del Govern que preside Francina Armengol –a quien cobardes arropados por la manada llaman bruja y otras cosas– a trece ayuntamientos para que retiren símbolos, leyendas, calles y monumentos de ensalzamiento franquista.
A esta altura histórica y legislativa, hay dirigentes que se hacen los remolones para cumplir la ley. Ya está bien de que unos se enroquen por ideología y subterfugios de bienes culturales, y otros por no provocar a parte de la ciudadanía, aunque esa ciudadanía jamás les votará ni aceptará decisiones democráticas. Basta de miedos, más contundencia y si hay recursos judiciales de los recalcitrantes, pues a pleitear. No entran en razones, como no entran quienes enfangan símbolos y acosan con odio a una profesora, utilizan a menores en la lucha ideológica y buscan escenarios y altavoces para magnificar sus rastreros ideales.
Lamento emplear artículos insultantes porque los insultos les dan vidilla y se creen que cabalgan en el Babieca del Cid. Quizá sería más efectivo ignorarlos. No soportan ni el humor ni la indiferencia. En fin, que Armengol puede pasar a la historia también por haber limpiado esta tierra de vestigios franquistas. Ellos no pasarán y si pasan a la historia, será a pie de página como una anécdota de mal gusto.