Los estragos que la inflación está provocando en muchas economías familiares ha despertado una inusitada «generosidad» en el Govern balear. De repente, fluye a lo loco el dinero que escaseaba hace apenas un año cuando, si nos acordamos, hubo que desviar el fondo del impuesto turístico a pagar la factura de la covid, de puro asfixiados que estábamos.
Quién iba a decir que una temporada después, el Govern iba a abrir la manga como nunca antes y ha empezado a repartir, -«a regalar» dicen algunos anuncios como el de los bonos comerciales- entre una ciudadanía que casualmente coincide con el electorado a fidelizar o persuadir antes de los próximos comicios.
Entre las muchas medidas dadivosas y complacientes, nos fijamos en la bonificación en grado máximo del transporte público y hacemos parada en los servicios ferroviarios, cuyo déficit sostienen todos los ciudadanos de las islas. Al menos hasta que acabe el año este servicio público se vende gratuito, se regala como una bicoca para promocionar el transporte colectivo y repintar la política de verde sostenible.
La medida, que arranca en la justificación de la carestía de la vida, sin embargo, está causando inconvenientes inesperados porque se adoptó sin cálculo de consecuencias.
Los servicios ferroviarios se han tensionado, la demanda se ha disparado y la oferta sigue siendo limitada. Los usuarios habituales sufren ahora una masificación poco adecuada en tiempos donde aún no hemos salido de la pandemia mientras los nuevos viajeros difícilmente podrán fidelizarse porque la calidad del servicio ha decaído y se manifiesta además de en vagones abarrotados, en la insuficiencia de trenes, la impuntualidad y unas frecuencias vagas.
La nueva situación de los servicios ferroviarios de Mallorca ha destapado los viejos errores y deficiencias de estructura y concepto, los desajustes en personal, la descoordinación y, como suma de todo, los riesgos excesivos.
Prácticamente toda la flota de convoyes está, en un 90 por ciento, operativa durante las franjas de horas punta. Esto significa que apenas quedan opciones para el mantenimiento mínimo necesario. La red se diseñó para un servicio tres veces inferior al actual y en esa línea de sobrexplotación las infraestructuras resultan insuficientes.
Tenemos deficiencias de alto riesgo como es el hecho de que a día de hoy existan hasta 13 pasos a nivel sólo en el recorrido que va de Palma a Inca. De estos 13 pasos, únicamente seis tienen barreras. Se trata, además, de 13 pasos a nivel con doble vía, en los que pasan trenes cada 5 minutos.
Otro dato por revelar en cuanto a las infraestructuras nos traslada a esos 32 kilómetros de red ferroviaria en la que circulan simultáneamente trenes en los dos sentidos.
Tampoco la gestión de personal es la adecuada. Falta plantilla para atender la actual necesidad del servicio y garantizar la seguridad contando incluso con las incidencias que causan a menudo factores meteorológicos. Se necesitan maquinistas, pero también controladores, una figura profesional indispensable para ordenar el tráfico y regular las entradas y salidas de los convoys cada vez que cae el sistema informático y no se puede cumplir con el rigor de control exigible a base de horas extras.
Las medidas adoptadas, vamos a suponer que con el mejor de los propósitos han propiciado una inflación de usuarios que sin embargo no se acompaña de un refuerzo de personal. Hay trenes que salen de Palma con una frecuencia de 40 minutos, que no dan abasto para el número de pasajeros que pretenden viajar y lo abultado de la demanda obliga a poner en uso maquinarias y vagones que de otro modo estarían en revisión técnica.
Con estas pinceladas identificamos el panorama oculto de la red ferroviaria de Mallorca , que soportan económicamente todos los ciudadanos de Baleares, desde el interés máximo de intentar que se corrijan los muchos y graves puntos débiles del sistema.
El Grupo Popular presentará para ello una moción al Parlament con propuestas concretas para conseguir inversiones que mejoren un sistema de transporte útil, necesario y ecológico, con muchos kilómetros de mejoras pendientes.