Ya comenzó el Mundial de Catar y desde hace unas semanas se han intensificado las críticas. ¿Toda esta ola de indignación colectiva no podría haberse producido desde el mismo instante que Catar salió elegida? De eso ya hace unos años y ahora que la suerte está echada se recrudece la repulsa. Rod Steward se niega a cantar en la inauguración, otro tanto Shakira debido a las críticas recibidas. Sampaoli, el entrenador de Sevilla, en una hábil reflexión tilda al mundial como negocio, manifestando que ahora no se puede quejar nadie y que se debería haber resuelto antes. Indica que estamos en una sociedad plástica, en el peor momento de la historia y que cada vez somos más tontos. No sé si es exactamente así, tontos los ha habido en cada época. Lo que sí está claro es que cada vez somos más artificiosos, el fútbol pierde encanto con cada decisión de la UEFA o FIFA que dependen en demasía del control de las televisiones y que realmente el fútbol, entendido como tal, tiende a desaparecer. El entrenador del Liverpool, Jurgen Kloop, tampoco se cortó a la hora de referirse al mundial señalando que todos dejamos que pasara. Sin embargo, resta culpa a los jugadores sugiriendo a otros culpables: medios de información y gobiernos. Razón no le falta pero los futbolistas tienen su parte de responsabilidad porque no es un atenuante que siempre se hallen en la inopia. Tras el fallecimiento de una multitud de trabajadores, las fuentes afirman que alrededor de 6500, explotados de sol a sol construyendo estadios y demás, las autoridades mundiales se han cruzado de brazos porque los intereses económicos, como siempre, priman. Mientras tanto Catar disfraza con camisetas y banderitas a unos cuantos árabes que gritan: Arriba España.