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Tranvía para la eternidad

| Palma |

Se acercan las elecciones baleares y con ellas todo tipo de promesas, anuncios y devaneos para ganar votos. Las precampañas son como la publicidad engañosa o las fake news. Tienen de verdad lo que el cuento de caperucita roja. El pasado jueves, nuestra presidenta, que no está en funciones, aunque a veces lo parezca, se ha hecho la foto de rigor con la ministra de Transportes firmando el protocolo de desarrollo de la línea del tranvía que unirá el centro de Palma con el aeropuerto. El truco del trato está en lo que han firmado, un protocolo para el desarrollo de una supuesta línea de conexión. Un protocolo es un protocolo. Nada más y nada menos. No han firmado un plan de ejecución, ni un concurso público para su construcción. Nada que garantice que el anuncio de portada no se vaya a quedar en un elemento electoral y determine su puesta en marcha.

En primavera de 2009, la entonces alcaldesa Aina Calvo, anunció emocionada que en menos de dos años en Palma se estaría ejecutando el «proyecto constructivo que nos permitirá hacer viable el tranvía». Trece años después nos han cambiado a las protagonistas y la palabra ‘proyecto' por ‘protocolo', para volver a ilusionar a una parte del personal. No creo yo, que esto de generar falsas ilusiones sea una característica de la nobleza. Pero la política se ha convertido en el arte del engaño. A pesar de eso, yo, con mi infinita ingenuidad, me pregunto si para llegar al aeropuerto el tranvía recorrerá la autopista de Llevant por el carril bus-VAO, por el carril de desvío a la vía de cintura, por el carril de en medio, por el carril bici o por el carril de los carros que bordea la autopista que llega al aeropuerto. Quizás dentro de otros trece años tengamos la respuesta. Hasta entonces, sigamos firmando protocolos y proyectos, que para eso están las elecciones.

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