En materia de santos no hay igualdad, pues de haberla, tendríamos una fiesta de Todas las Santas, o como mínimo, hoy sería el día de Todos los Santos y Santas. Sin embargo, parece que hay todavía más discriminación de género en el Cielo que en la Tierra, y tampoco se puede decir que allí arriba se respeten los derechos LGTBIQ.
Alguien podrá pensar que este es un asunto menor, y no vale la pena tomárselo a la tremenda, pero no es así. La religión de menor no tiene nada, por no hablar de su poderío simbólico de alcance universal. Extraño que nuestra ministra de Igualdad, siempre atenta al detalle, incluso al detalle gramatical, y el feminismo en general, apenas presten atención a esta secular discriminación religiosa, que es la madre (el padre, mejor dicho) de todas las demás. Y mira que yo las he avisado varias veces, señalando dónde está (en la gloria) el enemigo principal, y que en el Cielo, con lo que cuesta llegar, estarían peor que aquí. Allí no hay ‘Me Too', ni más ley que la del Altísimo, y ya sabemos cómo las gasta. Pero está claro que, salvo excepciones, el feminismo no quiere líos con las creencias religiosas. Eluden el tema, se escabullen por la cuenta que les trae.
Una cosa es que se enfaden las derechas, la ultraderecha y la Conferencia Episcopal, y otra que se enoje Dios propiamente dicho. Una cosa es ser activista, y otra ser blasfema. Y con esos remilgos no hay nada que hacer, ni en la Tierra ni en el Cielo. Imposible ganar, como prueba este Día de Todos los Santos. ¿Y de Todas las Santas qué? ¿Eh? A las santas que las zurzan.
Se podría decir que todos los santos están en el Cielo (un hervidero de bienaventurados), mientras que todas las santas están aquí, en la Tierra. Lo que siendo verdad, no deja de ser una torpe excusa para no irritar al Ser Supremo, perpetuamente enojado con la criatura femenina que Él creó. No hay nada más heteropatriarcal que Dios, como se observa en el episodio de Eva y el árbol del Bien y del Mal, o cuando seduce y deja preñada a una virgen, y luego si te he visto no me acuerdo. Se larga sin despedirse. El silencio de Dios, explican los entendidos. Vale, vale; entendido. Lejos de mí decir a las mujeres lo que tienen que hacer, pero este detalle de las santas no es baladí. Es el inicio. El meollo simbólico del cogollo. A ver si...