Cuando se empezó la legislatura entre el PSOE y Podemos, entre abrazos de unos y otros, a mí me pareció (que para eso soy perro viejo) que la cosa no tendría recorrido.
Sin embargo, y afortunadamente, me he equivocado y he visto un gobierno serio que ha sabido enfrentarse a problemas propios de éstas cuestiones y, también, algo tan brutal como una pandemia o una guerra que no conocíamos desde la Segunda Guerra Mundial. Nada que ver con las locuras que está ofreciendo el Reino Unido a sus propios ciudadanos o las que seguramente van a ocurrir en Italia donde aún no se han asentado en la nueva situación y ya tienen a la presidenta regañando a Berlusconi por hacer gala de su cariño a Putin.
La cooperación de la oposición en estas cuestiones ha sido prácticamente nula. Ni con el PP ni con Vox. Es cierto que Feijóo tiene un talante más sosegado que su anterior y que no tiene la mala necesidad de gritar como hacía su antecesor, pero en el fondo, lo fundamental no ha cambiado.
Todo cuanto he dicho tiene que ver con el hecho de que, estos días, se ha producido un desgarro entre Podemos y el PSOE por el tema de las leyes trans ya consensuadas y que, teóricamente podrían romper los acuerdos anteriores. No quiero ni pensar que esto suceda pero, por si las moscas, decirles que, si esto ocurre y se atascan los Presupuestos, tengo una escopeta de la guerra de Cuba que funciona perfectamente .