Las temperaturas a estas alturas de octubre me han recordado que cuando siempre sea verano, cosa que sucederá en breve, voy a tener serios problemas con las alcachofas. Porque en verano no hay alcachofas, al menos comestibles, lo que es una de las mayores calamidades del cambio climático, casi a la altura de la desaparición de los glaciares Los tomates saldrán ganando, pero aunque adoro los tomates, no compensarán la falta de alcachofas de calidad. Fue pensar en ese desastre personal, y de inmediato me vinieron a la mente multitud de cosas que tendremos que aguantar cuando siempre sea verano. La proliferación de serpientes de verano, que unidas a bulos, relatos falsos, propaganda encubierta y posverdades, acelerará el fin de las noticias del mundo y la prensa libre. Paralelamente, la vasta información del tiempo en los telediarios, ya muy extendida, ocupará junto a las canciones del verano casi todo el espacio disponible. Ah, el verano. Fomenta los chismorreos y los romances estivales, que son romances sudorosos, con gran ingesta de helados azucarados y sexo para tontos. Cómo vas a comparar con los romances invernales, con mantas de lana, bufandas, guantes y toda clase de prendas confortables que tardas horas en eliminar una por una. Entre nosotros, además, si ya estamos hasta los topes, seguramente habrá que duplicar la planta hotelera cuando siempre sea verano. Y no me olvido las lecturas veraniegas, que suelen ser policiales y se parecen a macarrones recalentados. Igual ya no se puede leer otra cosa, porque una novela en la que tal vez está nevando, hace un frío que pela y alguien enciende la chimenea, nos puede poner tan melancólicos que las lágrimas ya no permitan seguir la trama. Cuando siempre sea verano, todas las ficciones novelescas serán veraniegas, y llenas de datos climatológicos como un telediario. Los aborrezco, igual que las descripciones de las vestimentas de los personajes. Habría que erradicarlos de las novelas. Salvo en El extranjero de Camus, donde el calor es lo que explica la indiferente abulia criminal del héroe Meursault, un asesino apático. Me temo que cuando siempre sea verano, todos seremos extranjeros. Y no habrá alcachofas.
Cuando siempre sea verano
Enrique Lázaro | Palma |