La Associació de Periodistes de les Illes Balears (APIB) goza de buena salud. No sé si todos sus asociados viven ese gozo. Lo digo por la precariedad actual de esta profesión que amamos y admiramos. Curiosa contradicción: cuanta más tecnología mediática, menos profesionales parecen necesitarse. Decía mi padre –periodista a la sazón– que en su tiempo, el peligro estaba en el intrusismo. Hoy, a aquel intrusismo se ha añadido el uso mediático de la tecnología. Un móvil, por ejemplo, hace que cualquiera se crea periodista por un instante, cada vez que sube algo a Instagram o cuelga un video en TikTok. Y se pregunta, para qué estudiar una carrera si el objetivo de contar algo, está cumplido. Ahí está el problema. Ahí está la cuestión. El arte del buen hacer no llega por la ciencia infusa, y el modelo autodidacta deja muchas lagunas.
El buen ejercicio del periodismo requiere un lugar de aprendizaje; en Mallorca tenemos el CESAG. Pero también precisa de una institución profesional, en Baleares la APIB. A su vez, esta entidad forma parte de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), que tiene como misión principal defender la profesión periodística desde la responsabilidad y la ética deontológica para velar por la libertad de expresión y de información. Nuestra joven asociación balear, a punto de cumplir sus primeros diez años de vida, cuenta con más de un centenar de profesionales. Cada año –y van siete– la Associació de Periodistes de les Illes Balears convoca el Premio de Periodismo APIB. Mañana martes, la presidenta de la APIB, Ángeles Durán, y su junta directiva, harán públicos y entregarán los premios de este año a los ganadores en sus diferentes categorías. Será una estupenda manera de reconocer públicamente el ejercicio del buen periodismo. Enhorabuena a los compañeros galardonados.