No cometeré la osadía de adentrarme en el debate fiscal pese a que, efectivamente, está siendo la estrella de los últimos días. Dudo que haya un solo español que, sin ser experto en materia fiscal, logre aclararse en semejante materia que, por definición, es extraordinariamente compleja. Reduciendo hasta el máximo el debate se trata de que hay unos, el PP, que quiere bajarlos y, otros, el Gobierno que desacredita esa propuesta alegando supuestas connivencias del PP con ‘los ricos'.
Hay dos cuestiones claras. Una, que ya es obvio que esta periodista no paga lo mismo que un alto cargo de una gran empresa y, segundo, que en términos estrictamente políticos no es exagerado concluir que ha sido el presidente del PP el que ha abierto un debate del que ha salido ganador. Y ha salido ganador porque otras comunidades autónomas se han lanzado por el mismo camino de reducciones fiscales, entre ellas Valencia y el País Vasco en donde los socialistas están en los respectivos gobiernos.
Pero, además, Núñez Feijóo ha sorprendido al Ejecutivo por sus reuniones con otros responsables políticos, todas ellas discretas pero ya conocidas. Desde los sectores de izquierda el morbo se ha centrado en la reunión con Abascal. Reconozco que a todos los periodistas nos hubiera gustado enterarnos a tiempo, tener foto y, por supuesto, conocer el contenido exacto del encuentro.
Más por alto ha pasado el encuentro con, nada menos, la vicepresidenta Yolanda Díaz. El encuentro consistió en una cena a propuesta de Díaz que, por supuesto, fue tan sumamente discreta, que el resto del Ejecutivo se enteró por la prensa. Ni desde el Ejecutivo ni desde otros sectores de izquierda se ha pedido transparencia ni se ha reclamado foto.
En cualquier caso, Núñez Feijoo, poco a poco ha introducido elementos de cambio en la política española. El que huya del insulto, de la tensión gratuita, ya es un paso adelante en la buena dirección. Ahora le queda conquistar todo lo demás.