Cuando el diestro clava el estoque en la res y lo saca rápidamente sin soltarlo porque su golpe ha sido imperfecto, se llama un metisaca. Esta semana hemos asistido al monumental metisaca de Més en la plaza del Consell. Mucho ruido y pocas nueces. De hecho, todos, hasta ellos mismos, sabíamos que nadie iba a renunciar a los cargos y sus correspondientes sueldos a unos meses de las elecciones. Entre otras cosas porque hubiera sido un error de primero de política hacer una jugada en la que hay tanto que perder y poco que ganar. Amenazar con dejar la institución si no se acepta una postura que solamente ellos mantienen es muy débil, ya que hasta la oposición y Podemos apoyan el patrocinio del Mallorca. Lo único que han conseguido es mayor notoriedad de sus nuevos líderes, a los que habrá que recordarles que la teoría de que hablen de tí aunque sea mal no siempre funciona. El espectáculo ha sido muy triste porque solo hay que desenfundar si estás dispuesto a matar. De lo contrario, te vuelves frágil y ya a nadie asustas. Munar se los cargaba sin avisar, eso sí que daba miedo, y no estas asambleas donde tienen que decidir hacerse el harakiri en público y luego pasa lo que pasa, se hacen caquita. Para dejar el Consell hay que tener argumentos más sólidos que ir contra el Mallorca y la promoción turística, o que tu socio no te haga ni caso.
El metisaca de Més
Antoni Martorell Reynés | Palma |