El filósofo catalán Jaume Balmes (1810-1848) afirmó: «No es tolerante quien no tolera la intolerancia».
La tolerancia es sano pluralismo. No es una debilidad, sino una cualidad, que para ser consecuente, debe tolerar hasta la intolerancia.
La tolerancia es aceptación de las ideas y de las acciones ajenas, aunque no las compartamos.
Ser tolerante es poseer un talante comprensivo y humilde, capaz de entender al otro aunque piense de forma diferente.
Lo contrario de ser tolerante es ser intransigente. Y la intransigencia es siempre negativa, porque cree poseer la verdad absoluta. Arrinconemos la intransigencia y abracemos la tolerancia, que nos hace comprensivos y humildes. Ejercer la sana tolerancia no significa nunca carecer de carácter o no tener personalidad.