Desde Primaria, tras leer en clase la copla anónima ‘Anda y ve y dile a tu madre/si no me quiere por pobre,/que el mundo da muchas vueltas,/y ayer se cayó una torre', mi poder de asombro no tiene límites. Ni el de aguante. Ni el de acostumbramiento a todo, como reza el título de esta sección. Bueno, alguno sí que ha tenido pero, luego de levantarme del desastre, he continuado igual. Genio y figura, supongo… Pero la verdad es que a veces también me canso, como todos.
Y si bien a mi edad una ya está curada de ciertos espantos, la noticia de que se va a celebrar próximamente en Menorca un congreso (¡de tres horas!, será más bien un congresito) de terraplanistas que intentarán desmentir que la Tierra es redonda y convencer de ello a la humanidad entera, hizo que se tambaleara mi capacidad de asombro y acostumbramiento. Me sumió en un sopor (veraniego, también) del que no consigo salir. Ahora resulta que la Tierra es plana. ¿Alguna cosa más?
Y lo que peor me sabe es que todavía no he conseguido terminar mi curso A1 de Ataraxia Aplicada, que ahora mismo constituye mi prioridad en la vida. No únicamente terminarlo, sino aprobarlo con nota. Pero se me está haciendo muy cuesta arriba. Creo que para obtener el certificado se necesitan dos bases muy firmes: la primera, la ausencia total de deseos, ambiciones, proyectos vitales, etc.; la segunda, conseguir la completa imperturbabilidad, es decir, que nada te afecte, que no se te mueva un pelo ante la mayor calamidad.
La ataraxia, como todo el mundo sabe, es la tranquilidad, la serenidad, aquel estado mental que te permite vivir en calma que ya perseguían los epicúreos, los estoicos y los escépticos griegos. Es necesaria una gran fortaleza mental, pero te puede proporcionar la gloria. Yo quiero ser una ataráxica total. De matrícula de honor. Y lo mío me está costando, joder.
He leído que hoy en día hay quienes la consideran un trastorno que hay que erradicar, pero esto sí que me trae al fresco: hasta el gorro estoy, de trastornos y síndromes. En fin, la primera fase del curso ya se me está dando bastante bien; creo que la aprobaré. En cambio, lo de la imperturbabilidad… No sé qué pasaría si se me cayera una torre encima. Por no hablar de la Tierra plana en la que vivimos.