Decir que el verano se está terminando sería faltar gravemente a la verdad. Algunas lluvias han caído últimamente y, en cierto modo, las temperaturas, durante los últimos días, han oscilado entre unos mínimos y unos máximos adecuados para estos tiempos. Sin embargo, hay un sector del modelo productivo que ya ha empezado a activar su cerebro en relación a su inminente inicio de actividad laboral. Me refiero al sector de los docentes, en el cual orgullosamente me incluyo. Para los maestros y profesores, aunque falten menos de dos semanas para el pistoletazo de salida, esto ya empieza a oler a colegio, a pizarra, a patio, a comedor, a recreo... Para los alumnos, todavía queda algo más.
Es bueno que nuestros hijos sigan disfrutando al máximo de lo que queda de verano. Que disfruten de las piscinas y las playas, de lanzarse el frisbi, de jugar a las palas, de hacer castillos y hoyos en la arena que el mar devolverá a su forma inicial en pocas horas debido al incesante vaivén de las olas... Que disfruten de jugar a uno de los más apasionantes inventos de la historia de la humanidad: ¡la pelota! Hay tantas maneras de disfrutar del verano para los peques. Que disfruten también de las tabletas y de los videojuegos con moderación. Sin abusar de ellos, pueden ser una buena manera para entretenerse y pasar el tiempo. Los docentes también deben seguir disfrutando de lo que queda de verano como lo hacen los niños, pero sé, por propia experiencia, que ya tienen una parte del cerebro conectada al próximo curso.
En cada curso siempre hay cosas nuevas. Por poner un ejemplo, la nueva ley educativa ya se implantará con fuerza en los centros educativos. Eso comportará nuevas maneras de trabajar en el aula, nuevas maneras de evaluar. No todos los cambios que vendrán serán buenos. Hay que buscar el equilibrio en todas las cosas y aprender a mirar el mundo con cierta perspectiva. De todas las leyes educativas que he vivido, ninguna ha sido perfecta. Ninguna ley podrá cambiar o influir en la magia que se genera entre la pasión de un docente trabajando en el aula desde la emoción y un alumno que desea aprender y recibe atención y respeto. O eso creo yo. Que sigan disfrutando del verano.