El hasta ahora director general del Ib-Salut, Juli Fuster, ha anunciado su dimisión después de la sentencia que condena al Govern por haber permitido que el alto cargo de la Conselleria de Salut participase en un proceso de selección al que se presentaba su propia hija. Dejando de lado los méritos de la hija que nadie pone en cuestión, Juli Fuster dio un paso más y no solo no se abstuvo de participar en el proceso selectivo sino que intervino personalmente en la resolución del expediente de un aspirante que fue excluido de dicho proceso. La sentencia deja muy claro que Fuster «ha decidido excluir a un competidor de su hija en el que ambos participaban». No parece un asunto menor a pesar de que algunos hayan quitado hierro al asunto, calificándolo de menor, anecdótico o una simple tontería, aunque ya sabemos que estos adjetivos cambian en función de la afiliación política del afectado. Los ciudadanos tienen que saber que si este periódico no hubiese publicado la sentencia, Fuster continuaría este lunes tranquilamente en su cargo como si no pasara nada. Conviene recordar que Fuster es, además, esposo de la consellera de Salut, Patricia Gómez, un detalle nada menor en este proceso. Gómez haría bien en explicar si estaba al corriente de este episodio y si le parece ético que un padre pueda formar parte de un jurado para elegir a su propia hija y además eliminar a sus rivales participando en los expedientes.
Fuster, recordemos, ya tuvo un serio problema a principios de la pasada legislatura al colocar a un asesor cuyo único mérito había sido el de estar en la lista del PSOE de Santanyí, sin experiencia laboral ni ningún tipo de estudios. Dicho asesor optó por dimitir ante la vergüenza que le supuso que se airease su caso en los medios de comunicación.
A pesar de la gravedad de este asunto por el cual el Govern ha sido condenado, el PSOE ha publicado un tuit en el que mostraban su apoyo al «compañero Juli Fuster por la decisión que ha adoptado». «Nos gustaría que en otros partidos fuesen tan honestos y aplicasen los mismos criterios éticos que ha demostrado Juli con su renuncia», añade el tuit del PSOE balear, que curiosamente no fue retuiteado por Francina Armengol y sí por la esposa del afectado.
Personalmente creo que los demás partidos tienen que aprender del PSOE en asuntos similares. Los socialistas nunca dejan atrás a los suyos y tenemos muchos casos más o menos recientes. Recuerdo que en la primera legislatura de Antich trascendió que el director general de Turismo de aquel momento había abierto un agroturismo sin disponer de licencia de actividad. «Eso lo hace todo el mundo», llegó a decir el afectado. Fue obligado a dimitir y, años después, fue nombrado portavoz del PSOE en el Consell. O más recientemente tenemos el caso de Bel Oliver, exsecretaria de Estado de Turismo, que fue destituida por su mala gestión y colocada a dedo en la Organización Mundial de Turismo a cambio de 123.000 euros al año. Por lo tanto, solo cabe esperar ahora dónde colocarán a Juli Fuster o, incluso, si le harán algún tipo de homenaje público para que pueda ser abrazado por todos aquellos que en las redes han lamentado su «injusta» dimisión.