Primera: lo que no interesa, no se nombra: si no interesa África, el continente ni se nombra; si no interesa la existencia de ciertos abusos, como la expulsión en Nicaragua de las religiosas pobres de la madre Teresa de Calcuta, no se van a nombrar, porque «el relato» cultural dominante no lo contempla en «su guion». Segunda: lo que interesa se anuncia y re-anuncia por activa y pasiva, venga o no venga a cuento, en la página de política, en la de sucesos, y en portada si hace falta.
Tercera: lo general, se parcializa: el ejemplo español más sobresaliente es el de la empresa periodística que ha sido capaz, y sigue siéndolo, de informar a diario sobre un tanto por ciento de pederastas, ciertamente reales, pero no de la extragrande mayoría de ellos, también ciertamente reales, que queda así mediáticamente inexistente por sistemáticamente silenciada.
Cuarta: lo que no interesa, pero no se alcanza a silenciar, se ridiculiza; de un artista, deportista o escritor merecidamente reconocido del que no se puede dejar de informar, el informante hará uso de un recurso que tiene a mano fácil: ridiculizarlo. Quinta: a lo poco que va quedando limpio, se le contagia de virus por contacto estrecho con otros calificativos infectados: del que bastaría decir que es de izquierda sin más, se le cita entre guiones como populista-iletrado-izquierdista-corrupto.