Tal día como hoy de 1889, los hermanos gemelos William y Ernest Rentshaw jugaron la final del torneo de tenis de Wimbledon. Era la tercera vez que la jugaban en los trece años que llevaba disputándose el torneo. La identificación de las personas a través de la comparación de sus huellas dactilares no empezó a ponerse en práctica hasta un par de años más tarde, cuando una argentina llamada Francisca Rojas fue detenida en Buenos Aires al descubrirse la huella ensangrentada de uno de sus pulgares en el escenario del crimen de sus dos hijos, así que hay que suponer que es verdad que ganó William en cuatro sets.
En aquella época, el ganador se clasificaba directamente para la final del año siguiente y William Rentshaw ganó siete veces el torneo, seis de ellas consecutivas (por lo que tuvo que jugarlo entero solo dos), y su hermano Ernest, una, precisamente la del año anterior, cuando se impuso a Herbert Lawford.
Haciendo pareja de dobles los dos hermanos lo ganaron en cinco ocasiones, y aunque era William quién poseía el saque más poderoso (su mejor arma, junto con la volea, si hay que hacer caso a las crónicas del Times de entonces), no nos queda otra que confiar en que Ernest se ponía también al servicio cuando le tocaba. En cualquier caso, no era culpa suya que los organizadores siguieran empeñados en obligarlos a todos a jugar vestidos completamente de blanco.