Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.) escribió: «No hay cosa que los humanos traten de conservar tanto, ni que administren tan mal, como su propia vida».
Estamos aferrados a la vida, pero no la sabemos administrar debidamente.
La vida, nuestra propia vida, es el mejor tesoro que poseemos. Debemos cuidarla y sacar de ella el máximo fruto.
Seamos buenos administradores de nuestra existencia. Vivamos intensamente la vida y pongámosla al servicio de los demás.
No pasemos simplemente por la vida, sino que procuremos vivirla con profundidad.
No nos aferremos egoístamente a la vida, sino que procuremos vivirla a favor de los demás. Solo una vida entregada a los otros tiene sentido y produce felicidad.
Una vida plenamente vivida con los otros y para los otros es una fuente inagotable de alegría.