Hace diez días que se graduaron los sesenta alumnos de la primera promoción de la Facultad de Medicina de la Universitat de les Illes Balears y desde entonces todas las declaraciones de sus responsables, incluida las de la presidenta del Govern, Francina Armengol, han dado por hecho que estos jóvenes son el relevo generacional de los facultativos de las Islas y que a partir de ahora no habrá que buscar médicos fuera porque han estudiado aquí, iniciando así el cuento de la lechera en versión sanitaria.
¿Nadie piensa que los graduados se enfrentan a un examen MIR y seguidamente, de acuerdo con sus notas, a la elección de especialidad y centro hospitalario? ¿Están seguros de que van a elegir nuestros hospitales para formarse? ¿Y de ellos, cuántos tienen intención de continuar aquí?
Muchos son de fuera y puede que quieran volver a su tierra, máxime cuando lo que se les ofrece son alquileres prohibitivos y elevado nivel de vida, además de contratos precarios. Y si no, sólo hay que preguntarse por el éxodo de especialistas a la privada.