Me acuerdo de la voz porque ha muerto la actriz de doblaje Rosa Guiñón, que dobló para el cine a Ava Gardner, Audrey Hepburn, Natalie Wood, Meryl Streep, Julie Andrews, Barbara Streisand, etc. Siempre me ha llamado la atención lo bien que hablan los actores extranjeros en castellano, lo bonitas que son sus voces y lo profesionales que suenan. A menudo me he llevado más de una sorpresa al oír a esos actores en versión original. Las voces de los dobladores son en general mucho más claras y aterciopeladas, y completan la actuación del actor o actriz. Las versiones originales, además, están en un segundo plano, supongo que por exigencias del director, y generalmente se expresan en una lengua tan coloquial que cuesta entenderlos. Todo lo contrario de las versiones dobladas. Nunca un castellano fue tan puro, normativo, como el que se usa en los doblajes.
Rosa Guiñón dobló a Audrey Hepburn en My fair lady, donde se hicieron equilibrios para adaptar el lenguaje coloquial cockney de Londres al castellano coloquial con acentos andaluces de nuestro país. Pero es que además Audrey Hepburn ya estaba doblada en inglés, puesto que la voz de las canciones era de Marni Nixon. Las canciones en castellano las cantaba Teresa María (María Teresa de las Heras). Lo dicho, sin los doblajes, algunas películas perderían tanto que podrían resultar irreconocibles.
Pienso ahora que todas esas actrices dobladas por Rosa Guiñón se han quedado mudas o van a cambiar drásticamente de voz. El guiño realmente fantástico sería que volviéramos al cine mudo. Entonces casi lo perderíamos todo.
A veces, me llama la atención la imagen de una persona, me parece excelente, y cuando el personaje en cuestión habla, me quedo frío, o frito. Porque la voz forma parte del todo de la persona. Para eso sería recomendable ver otra película, Cantando bajo la Lluvia, en la que la actriz del cine mudo tiene una voz tan impresentable como caricaturesca. Y es que la voz expresa la cultura de una persona, sus sentimientos, sus debilidades, sus virtudes, sus necesidades, sus miedos, sus alegrías y su carácter, en definitiva.