De repente, en varias publicaciones digitales, anuncian el supuesto fallecimiento del famoso representante de futbolistas Mino Raiola. Pese a que su nombre circula en todo el entramado futbolístico y ha sido retratado en multitud de ocasiones junto a alguno de sus jugadores, es cierto que la gran mayoría desconoce todo de él. Los nombres de los agentes van asociados a los cracks (Pogba, Halaand, Ibraimovich...) que representan, supongo que como debe ser, y nada de ellos nos interesan, ni su edad, ni sus lazos conyugales o si de verdad le interesa el fútbol como espectáculo deportivo o sólo le interesa su faceta comercial o, por ejemplo, cuáles son las aficiones que no pudo llevar a cabo porque el dinero es poderoso caballero.
Lo único que relaciono con Mino Raiola son sus sempiternas gafas de sol y algo así como: a los agentes nos interesa que los jugadores se muevan de club en club porque por cada traspaso nos llevamos una comisión económica. Por tanto, es normal que tantos jugadores traicionen a sus clubes de origen; no debe ser fácil tener al diablillo pegado a tu oreja las 24 horas del día. Me entero que nació en el año 1967, es italiano y que emigró siendo un niño a los Países Bajos. Su nombre comenzó a sonar por su intervención en el fichaje de Dennis Bergkamp al Inter de Milán. Desde ahí su fama fue creciendo hasta convertirse en uno de los representantes más carismáticos del panorama internacional.
Pocos minutos después, en otra publicación digital, se desmiente su muerte y se informa que permanece en estado grave en el hospital San Rafael de Milán. Y de esta guisa las mismas publicaciones que habían anunciado su muerte la van desmintiendo poco a poco. Algo que resulta extraño porque es la segunda vez que se anuncia su muerte en cuatro meses.