El Gobierno ha decidido no aprobar de momento la revisión del cuadro macroeconómico. La redacción de estas previsiones, que deben ser entregadas a Bruselas antes del día 30, habían sido anunciadas por la vicepresidenta económica para ayer. Parece que tienen más o menos claro qué subida esperar del PIB, pero no se atreven a hacer un pronostico con la tasa de inflación debido a la volatilidad de los precios de la energía y el empeoramiento de las cadenas de distribución. La situación en China está provocando un nuevo colapso que está encareciendo aún más, por ejemplo, los materiales para la construcción o los semiconductores.
Es extraño que tantos organismos nacionales e internacionales y servicios de estudios sean capaces de hacer una proyección y el Gobierno lleve meses paralizado. Cuando el Gobierno aprobó los Presupuestos ya todo el mundo sabía que el cuadro macroeconómico no se iba a cumplir, pero el Gobierno prefirió edulcorar la situación. Hay que recordar que la expectativa de crecimiento del PIB es ahora del 7 %, cuando la media de las previsiones del consenso de economista no llega ni al 5 % en el mejor de los casos. Este Gobierno ya nos tiene acostumbrados a no atinar con las previsiones. En 2021 pasó algo parecido y aún estamos esperando una rectificación.
Por el camino se ha querido desprestigiar al INE e incluso al Banco de España. A Calviño no le gusta que le saquen los colores y se ponga continuamente en entredicho su habilidad para la prospectiva. Sin embargo, no se puede olvidar que no hace mucho tiempo mostró interés por crear sus propios índices al margen del INE. Llegó a hablar del «invento» de un PIB diario y una inflación sin tener en cuenta la electricidad. En fin, el caso es que los plazos se van a cumplir en el último minuto y mientras España no tiene un cuadro macroeconómico, una guía tanto para las administraciones públicas como para el sector privado. Lo que no es de recibo es que se siga intentando maquillar la realidad.