Hace unos quince días, los medios de comunicación llevaron la noticia; lo que en los tiempos que corremos ya es algo. Podemos y Ben Amics celebraron la cancelación de la presentación del libro Nadie nace en un cuerpo equivocado, de José Errasi y Marino Pérez Álvarez, profesores de Psicología. El acto debía tener lugar en la UIB, pero el Rectorado se decantó en favor de quienes no toleraban la presentación del libro, supuestamente, por su temática y por la posibilidad de que se confrontaran sus contenidos con la ideología de quienes postulaban la cancelación del acto. Finalmente, la presentación tuvo lugar en la Casa del Libro, de Palma, donde no se hizo caso a los ruidosos protestatarios concentrados frente a la entrada de su establecimiento. Me resulta triste constatar que mi generación clamara en pro de la libertad de expresión y que actualmente quienes van nominalmente de demócratas, antifascistas y de lo más de lo más den el penoso espectáculo de postular que se niegue la libertad de expresión a quienes puedan tener puntos de vista u opiniones distintas a las suyas.
Podemos subrayar que lo ocurrido tiene precedentes en la UIB, donde a menudo se ha tratado de igual modo a tolerantes que a intolerantes; o incluso, en pro de una discutible paz social, mejor a los intolerantes. De vez en cuando se han ido dando episodios semejantes al que nos ocupa, resueltos con semejantes recetas, sin parar mientes en que cancelando actos por razones como las esgrimidas se premia a quienes no toleran la libertad ajena, los intolerantes. En este caso se desoyeron las invocaciones al derecho fundamental a la libertad de expresión que se hicieron en defensa del mantenimiento del acto programado para celebrar en la UIB, su no cancelación. Mas, se impuso la cancelación. O sea, que los intolerantes ganaron la partida a los tolerantes.
Está visto que se estima que todo puede tolerarse, según las circunstancias, porque de eso va la tolerancia: «La capacidad de ser tolerante será reducida o destruida por los intolerantes», según Popper; quien al respecto concluye que: «Aunque parece paradójico, para mantener una sociedad tolerante, esta tiene que ser intolerante con la intolerancia.» Resumiendo su teoría en una sola frase o aforismo: «Tenemos por tanto que reclamar, en el nombre de la tolerancia, el derecho a no tolerar la intolerancia».