Quienes son tan amables de seguir esta columna saben que desde hace una década vengo advirtiendo de la inevitable llegada del peak-oil o cenit o pico del petróleo (y por extensión de todos los combustibles fósiles). Pues ya está aquí. El geofísico Marion King Hubbert, empleado de la Shell, estableció en 1956 que cada barril de petróleo se hace progresivamente más caro de extraer, hasta que la producción deja de ser rentable al necesitarse gastar más energía que la que se obtiene después de extraerlo. Predijo que la producción total de petróleo convencional de los Estados Unidos alcanzaría su máximo a finales de la década de los 60 o a principios de los 70. Acertó de lleno: fue en 1970. Desde entonces su método se aplicó a regiones y países con una tasa asombrosa de acierto. Hubbert vaticinó el cenit mundial para el año 2020.
El petróleo convencional mundial llegó finalmente a su máximo de producción en 2007. Desde entonces se ha venido paliando su escasez, un tanto a la desesperada, mediante fracking, arenas bituminosas y gas de esquisto, ya en declive terminal, más algo de renovables. En 2020, la caída de la actividad económica debida a la pandemia ayudó a maquillar las estadísticas. En 2017 se alcanzó el pico de todos los tipos de petróleo, que en 2022 ya es evidente e innegable. La escasez y carestía de la energía están aquí para quedarse. Electricidad, gas, gasóleo y gasolina están por las nubes. Ministros y presidentes corren de continente en continente buscando suministros. Lo del diésel, en concreto, se convertirá en un drama, ya que es la sangre del sistema agrícola e industrial mundial, y escasea irremediablemente.
Se ponen mil excusas puntuales para negarlo: cuellos de botella, atascos en el canal de Suez, falta de chips, aumento de la demanda tras el COVID, paro de transportistas, la guerra y un variado etcétera. Pero la guerra de Ucrania poco tiene que ver, pues Rusia no ha reducido de momento sus exportaciones de combustibles fósiles, y los países que hasta ahora han dejado de comprarle, como Estados Unidos, sencillamente no le compraban antes. El paradigma está equivocado. No hay escasez de combustibles porque haya guerra en Ucrania, sino que hay guerra en Ucrania porque hay escasez de combustibles. Es el peak-oil, y conviene irlo asumiendo.