Hay que desconfiar de las encuestas pero sin olvidar que apuntan tendencias. Las últimas que hemos conocido reflejan un ascenso del PP que por primera vez en los últimos meses supera en expectativa de voto al PSOE. La novedad que explicaría ese cambio de tendencia está asociada con la llegada de Alberto Núñez Feijóo a la presidencia del partido, pero también con la incertidumbre que apareja la situación económica. Los liderazgos siempre han jugado un papel importante en la vida política española pero hay circunstancias que pueden alterar esa tendencia. La mala situación económica –inflación rozando el 10 por ciento, más tres millones de parados y la deuda y el déficit del Estado, disparados– podría ser el factor de cambio en la orientación del voto.
Ocurrió en las elecciones de 2011 en las que el PP con Mariano Rajoy de candidato alcanzó la mayoría absoluta (186 diputados) derrotando al socialista Alfredo Pérez Rubalcaba (110 diputados) que pagó las excentricidades de un Rodríguez Zapatero que había sido incapaz de afrontar la crisis económica que hundió parte del sistema bancario –hubo que rescatar a las cajas de ahorro– y a punto estuvo de provocar la intervención y el rescate del país por parte de la Unión Europea. Eran días en los que se hablaba de los ‘hombres de negro'.
La situación económica fue el detonante del cambio en la tendencia de voto. Mayoritariamente la gente votó a quien en aquel momento creyó que ofrecía más solvencia para sacar al país del agujero.
Tal como están las cosas podría producirse un fenómeno similar. El año que viene habrá elecciones generales y el factor que determinará el sentido del voto podría tener mucho que ver con el estado del bolsillo de los ciudadanos. Más que la ideología, primará la economía.