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La explosión del PP

| Palma |

Que el Partido Popular podía explotar y que esa explosión fuese una eventualidad inevitable resultaba muy creíble para cualquier observador con un mínimo de racionalidad y de visión objetiva. Pero es igualmente cierto que posiblemente una gran mayoría pudiese sospechar que esta explosión se produjese para reconducir el partido hacia un estadio de superior decoro; pero como en este Imperio, y especialmente en este partido, lo habitual suele ser ir a peor no ha sorprendido el resultado; especialmente para los que lo observan con un mínimo de objetividad. Porque esta explosión no parece que le lleve hacia un camino en busca de una mayor decencia, más bien todo lo contrario, hacia un estadio de superior impudicia. Lo que resulta evidente es que Pablo Casado era descaradamente inepto para el puesto que ocupaba, pero un corrupto de nivel bajo. Y que, en cambio, los que parece van a sustituirle, Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso, por las apariencias que de momento se conocen y las que se vislumbran, parecen ser del nivel adecuado.

El tema de Feijóo es muy espinoso porque su pasado es de gran calado y por estar predestinado para un cargo de rango superior al de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Juan Oliver, en un artículo en Público del pasado 21 de febrero, afirma que las fotos de Feijóo con el narcotraficante Marcial Dorado desmienten que siempre haya sabido estar en el lugar adecuado porque no fue una relación solamente puntual, sino permanente, con un tipo relacionado con el contrabando y tráfico de drogas. Además, añade que Feijóo, en su largo mandato en Galicia, cerró uno de cada diez colegios públicos y eliminó la gratuidad de los libros de texto, mientras auspiciaba subvenciones a los colegios privados concertados. Cerró una de cada diez camas de hospital y recortó el 20 % de la atención primaria.
Los medios de comunicación privados afines reciben ayudas millonarias, mientras los sindicatos denuncian que los periodistas críticos son purgados sin el más mínimo rubor. Como colofón, Juan Oliver afirma que durante su mandato el índice de pobreza llegó a superar en Galicia el 22 %. En pocas palabras, que parece un ‘artista' de altísimo nivel, muy adecuado para el cargo de la jefatura del Gobierno imperial, para así poder igualar e incluso superar con creces a sus correligionarios antecesores. Además podrá desarrollar todo su arte porque, contrariamente a Pedro Sánchez, no tendrá en su gobierno una facción que le ensamble a una mínima ética superior. Aunque es verdad, que teniendo en cuenta el nivel ético de la prensa imperial, posiblemente las críticas que reciba no le hagan temblar demasiado. Incluso es posible que reciba bastantes elogios desde los púlpitos informativos, con lo cual su labor podría ser tan confortable como lo ha sido en Galicia.

Los méritos de la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a pesar de ser negados con gran rotundidad por ella misma y su entorno, son afirmados con bastante solvencia por la oposición de la Comunidad madrileña, los cuales la muestran como una alma gemela al Feijóo descrito en el párrafo anterior por Juan Oliver. Lo que queda patente, solamente con verla defenderse de cualquier acusación, es su insuperable caradura. Además, para los que estamos acostumbrados a leer los rasgos faciales, unicamente observando sus expresiones constatamos con nitidez que la ambigüedad de sus gestos solamente pueden nacer de una gran necesidad de fingimiento para esconder su opaco proceder. Bien acoplados, Ayuso en Madrid que es España y Feijóo en España como si fuese Galicia, pueden imponer completamente sus esencias al Imperio.

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