Sabemos que EEUU está en el continente americano con un vecino que se llama Méjico. Igual sabemos que Rusia está en Europa y que tiene un país vecino llamado Ucrania. Y todos sabemos también que hace unos 170 años (de 1846 a 1848) EEUU arrebató por la fuerza a Méjico la mitad de su territorio (Texas, Alta California y Nuevo México). Y ahora vemos también cómo estos mismos Estados Unidos se escandalizan al presenciar la invasión de Ucrania por parte de Rusia, la cual ha estado tan conectada a Ucrania históricamente que los orígenes rusos se hallan en parte en esta Ucrania de la que hablamos, algo que jamás ocurrió con los EEUU anglohablantes con el Méjico de habla española. Pero a pesar de todo esto resulta lo sabido, el hipócrita escándalo occidental por las reprobables e inaceptables (que evidentemente lo son y mucho) acciones rusas en el territorio ucraniano.
Y puestos a recordar la historia (y no precisamente la lejana sino la muy cercana), pensemos cuando la Cuba castrista decidió instalar en la isla misiles soviéticos dirigidos contra USA. ¿Qué hicieron entonces los estadounidenses? ¿Se quedaron indiferentes ante el hecho? Pues no, reaccionaron y hasta el punto de poner al mundo al borde de un cataclismo nuclear. Menos mal que los rusos fueron razonables retirando sus bases de misiles. También ahora USA y Occidente deberían ser razonables y no importunar a Rusia con armamento contra ella a dos pasos de sus fronteras.
En pocas palabras, que estamos ante una farsa de intereses y ante una exhibición más de hipocresía en este ámbito nauseabundo que se llama política (sea la de donde sea).
Actualmente la hipocresía está tan generalizada que quien no la percibe es que está realmente ciego. Hasta la ejercen personas que ni siquiera se dan cuenta de su mala práctica, atribuyendo siempre a los adversarios lo que ellos mismos hacen con creces.
Una conclusión (entre otras tantas) que podemos sacar de todo este cúmulo de barbaridades es que lo que llamamos moral ha estado siempre muy alejada del mundo político. Lo estuvo antes, durante y después de Maquiavelo. ¿Y con qué resultados? Con los de la destrucción y la muerte de la mano de dirigentes que a pesar del paso de los siglos siguen actuando de un modo tan infantilmente egocéntrico e irresponsable que no hacen otra cosa que poner al planeta Tierra y a la vida toda entera al borde de los abismos.
Es realmente triste que la evolución de la humanidad no se dirija siempre en el sentido positivo del progreso y de la paz. O de la atenuación de los males inherentes a una vida que de por sí es ya esencialmente despiadada. Se sigue actuando (y de modo innecesario) de manera torpe, exaltada y equivocada. Lo hacen los que juegan (como quien juega al deporte arrastrado por pasiones) a la política con las vidas ajenas. Y esto sucede precisamente ahora, cuando poseemos armamento nuclear. Así que una de dos: o nos salva Dios o nos hunde el diablo, este personaje que parece controlar, desde siempre, los mecanismos de este mundo, espacio enigmático de crueldad hasta lo inimaginable.