El mundo no quiere una segunda guerra fría entre EEUU y Rusia, a pesar de la invasión y ocupación ilegal de un territorio soberano e independiente por la fuerza. Pese a los miles de refugiados y centenares de víctimas mortales, las condenas que llegan de alrededor del mundo son tímidas. Y esto tiene que ver muy poco con Ucrania. Los países desconfían de Washington para defenderlos. Después de la humillación de Afganistán, la derrota en Irak, los errores en Siria, Yemen, Libia y sobre todo después incitar a Ucrania a entrar en la OTAN y dejarla tirada a la primera de cambio. Los países están velando por sus propios intereses en medio de la polarización geopolítica. Hay algunos que dependen de Rusia para el trigo, la energía y el hardware militar o de China para inversiones, préstamos y comercio. ¿En qué afecta esta guerra a los países del Mediterráneo?
La energía: A medida que aumente la escalada del conflicto, los precios del gas se irán disparando y existe una alta probabilidad de que Rusia corte el suministro. Ante eso, Europa hará todo lo posible para encontrar redes de suministro de contingencia en los próximos días. Esta misma semana, el ministro de Exteriores italiano en un viaje a Argelia en compañía del CEO de ENI, el gigante de hidrocarburos italiano, fueron recibidos por el presidente argelino para sellar nuevos acuerdos para el suministro de gas africano. El uso de buques para el transporte directo de gas natural licuado a través de los mares también podría poner a los países del África subsahariana en una posición privilegiada para convertirse en productores y exportadores competitivos y una alternativa al gas ruso.
Los cereales: Rusia es el principal exportador de trigo del mundo, el mayor productor después de China e India, y Ucrania se encuentra entre los cinco principales exportadores de trigo en todo el mundo. La importancia de este cereal difiere de un país a otro y según la dependencia que tiene cada población. Para nuestros vecinos del sur es un componente esencial en su alimentación diaria. En algunos países, el pan fue un símbolo de los levantamientos populares como es el caso de Egipto y Túnez. La falta de este alimento, puede provocar inestabilidad en el mediterráneo.
Aunque lejos de la zona, su influencia no lo es. El gigante asiático no condena la invasión de Ucrania y critica las sanciones impuestas sobre Moscú. El apoyo de Xi Jinping a las decisiones de Putin es inconfundible. Sea para desafiar a EEUU o para enviar un mensaje a Taiwán. China considera una provocación la última visita a la isla de una delegación americana: «La voluntad del pueblo chino de defender la soberanía y la integridad territorial de nuestro país es inamovible. Quienquiera que EEUU envíe para mostrar su apoyo a Taiwán está destinado a fracasar», declaró el Gobierno chino.
Lo expuesto aquí es una de las posibles consecuencias del conflicto ruso–ucraniano. Una segunda guerra fría dificultará los esfuerzos internacionales urgentes para combatir el cambio climático, obstaculizará la coordinación para hacer frente a las pandemias, estando el mundo en la puerta de salida de COVID-19, e impedirá la cooperación mundial crítica para garantizar la seguridad alimentaria y erradicar la pobreza.