Genial la viñeta de Mafalda, «Si los cobardes que deciden las guerras tuvieran que ir a pelearlas, estaríamos todos en Paz». Estos días nos asombramos y enamoramos del ejemplo de todo un pueblo. Desde el abuelo que quería alistarse, a emigrantes que deciden regresar para defender a los suyos. Intelectuales, artistas, universitarios, obreros, jóvenes o ancianos dan un ejemplo al mundo de lo que es la Resistencia. Gandhi lo demostró con el pacifismo que en este caso es imposible porque ellos son los agredidos. Sólo luchan para su supervivencia física y moral.
El nuevo orden mundial conllevará turbulencia. Los mercados se aprovecharán y todos acabaremos sufriendo inflación, inseguridad o restricciones. Para nosotros es un ejemplo. Estamos vendiendo a trocitos nuestro patrimonio paisajístico. Hace tiempo que, salvo honrosas excepciones, dejamos de luchar por nuestra lengua y cultura. Estamos perdiendo identidad. Convivimos en una torre de Babel donde la base ya no la sustenta el sentido de amor a esta tierra, sino nuestra reminiscencia fenicia del negocio y la compra venta.
La Resistencia es una arma poderosa que tenemos los débiles. Pero hay que ejecutarla y creer en ella hasta las últimas consecuencias. La neurociencia nos enseña que la felicidad, la suerte, el amor, la fe y la Resistencia se pueden aprender y transmitir. Los antiguos cristianos, judíos y otros han dado ejemplo de ello. Aprendamos a amar nuestra tierra y nos ganaremos el respeto, como lo están haciendo los ucranianos.