La semana pasada me enteré de que el nobel chileno de los veinte poemas de amor es hoy zaherido por mujeres chilenas. Esta semana alternaba la lectura periodística sobre el harakiri de un partido político con la lectura bíblica del viejo sabio israelita que afirmó: «Nada nuevo bajo el sol. Lo que es, ya antes fue; lo que será, ya es». Lo que ahora es con Casado, antes fue con Sánchez, lo que fue trama Ere, fue luego trama Gürtel.
A quien antaño la ópera tenía endiosado, hogaño lo tiene cancelado. ¿Existe forma de distinguir entre aplauso que aúpa y disparo que abate? «Españolito que vienes al mundo, una de las dos Españas ha de helarte el corazón». Dime, Machado, ¿me helará la España que muere y no escribirá el relato o la que permanece y lo reescribirá? Del árbol caído todos hacen leña. Acierta el sabio Cohélet en la primera línea de su libro: «Vanidad de vanidades y todo, vanidad».
Residiendo en Lima pregunté a un taxista: «Dígame algo para poder entender Perú», me respondió: «En este país, todo es posible y nada es seguro». Esta frase es ahora idónea para entender «el orden internacional»: quien promocionara el emblema de la paloma de la paz es quien ordenó esta semana el disparo de misiles de guerra.