Tras varios días oyendo hablar de lo mismo a todas horas, hasta la náusea, del sonoro reventón del PP a cuyo talante belicoso ya no le basta el Gobierno y ahora está en guerra consigo mismo, al fin hemos llegado a dos conclusiones divergentes. Primera: Que las dos facciones hostiles enfrentadas, Casado y Ayuso, tienen razón en sus ataques.
Ambas versiones acerca de la presunta corrupción y el espionaje son la versión válida que para nada niega la otra; es más, forman parte de la tradición del PP. De ahí que la presidenta de la comunidad madrileña dijese: «No hay pruebas. Nunca se podrá demostrar», frase tan tradicional que, si no recuerdo mal, hasta la decía Matas. Y segunda: Que este escabroso asunto y batalla campal que incluso ha eclipsado a Ucrania no es tanto un asunto interno del PP como un conocido espasmo madrileño, muy típico de sus lideresas. Madrid es España, pero más que España, y como avisamos hace tiempo, siempre pugnan por independizarse de España al sentirse más fuertes y mucho más españoles que España. Independentismo endogámico, muy raro, pero no menos independentista.
Recuerden cuando ya Esperanza Aguirre, que ahora apoya a Ayuso y jalea sus desplantes toreros, intentó cargarse a Rajoy por parecidas razones, y no lo consiguió por un pelo. Madrid exige una soberanía total, y no soporta ningún poder por encima, ni siquiera el del Gobierno de España, aunque lo detente el mismo partido. Es decir, el PP. Porque Madrid es Madrid. ¡Hala Madrid! Hay quien cree que el PP es tan agresivo que cuando se aburre de arremeter contra el Gobierno comunista, arremete contra sí mismo con parecido salvajismo. Pero yo creo que aunque algo hay de eso, cabe otra conclusión divergente. No es exactamente el PP, es Madrid.
De ahí la obsesión de Casado por demostrar que quien arrasó en las elecciones madrileñas fue el partido y no Ayuso, la emperatriz de Lavapiés, la encarnación del ¡Hala Madrid! No lo pudo demostrar, desde luego, y por eso pasa lo que pasa. Secesionismo endogámico, definición que ni yo mismo entiendo. Ni el PP, razón por la que estalló como un petardo verbenero. Y no tiene mucho sentido especular si esta sangrienta batalla la ganará España o Madrid, puesto que ambas cosas son lo mismo. Una más que otra, como el propio PP. ¡Viva España! ¡Hala Madrid!