Hace cinco años un tipo simpático aunque algo brujo profirió ante mi este augurio en catalán en un café de Lleida: «Gritad por vuestro equipo ahora, en unos años se acabará el fútbol y todos a un campo de concentración». Cada día lo recuerdo más. Desde hace meses mueren de infarto o se retiran por arritmias centenares de jugadores. No son populacho narcisista de ambos sexos llenando gimnasios para «estar sanos y guapos» y que al fatigarse se van a casa.
Al contrario, hay que tener genio y capacidad de acción para jugar a algo, sea voley, fútbol o béisbol. Los narcisistas se van a casa al fatigarse, pero los jugadores llegan al límite de sus fuerzas para realizar una acción por la banda. De niños eran admiradores del mundo y miraban lo que hacían los mejores. Jugaban por amor y locura..
Desde hace meses se desploman misteriosamente. Unos argumentan que curiosamente todos estaban vacunados. Otros callan pero ya empiezan los espías de la sociedad a reconocer que mueren de infarto pero «causado por el cambio climático». La sociedad es muy muy cínica. Estos jugadores pactaron con la sociedad, cosa que yo mismo nunca quise aunque me desarrollé un tiempo como jugador desde que mi abuelo y padrino, ciudadano y exjugador Francesc Bauzà me llevaba de niño al estadio a admirarla magia. Nadie llora a los muertos en el campo. Nadie. Ni se quejan. Pueden ir muriendo y aunque un Andreas Muller pida investigar, nadie va a aceptar que la sociedad ya no necesita jugadores para ganar. En efecto, aunque la vacuna es muy sospechosa en este horror, hay que apuntar al núcleo: las masas ya han ganado en una sociedad que solo cree en la victoria y nunca rinde homenaje al perdedor por bueno que sea su juego.
La gran aceptación de la pandemia radica en ofrecer la sensación de sentirte en el equipo ganador. «Juntos saldremos fuertes». La pandemia es ir juntos al gimnasio del confinamiento, desfilar en el vacunódromo en masa y ordenadamente. Sentirse ganador. ¿Para qué fútbol? Ya ganaremos seguro en la marea de comunión Estado y masas. Cuando Messi se fue llorando del Barça, a las masas se les dijo que «no hay dinero». Y todos se lo creen. Por dinero eliminamos el fútbol y a los jugadores los eliminamos «por la salud». El equipo ganador es implacable y los perdedores es la masas de sentenciados a morir por no estar ritualmente en el equipo ganador y si mueren algunos jugadores, el colectivo sigue. Antes desaparecerá la liga que investigar las muertes. Las masas han ganado. España también.