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Eurovisión para ciegos

| Palma |

Desde la época de José Luis Uribarri, el eterno pesado, cual Matías Prats en el NODO, pasando por cantantes tipo Massiel con su lánguido La, la, la al inclasificable Rodolfo Chikilicuatre, votado por votación popular, cómo no, hacia tiempo que no veía semejante espectáculo mediático en la cosa ésta eurovisiva para ciegos mentales y sordos de lo que es la verdadera música. Y es que el Benidorm Fest –clasificatorio para Eurovisión– es ahora un fiel reflejo de los tiempos que vivimos, esto es, el triunfo de la mediocridad reinante en todos los sentidos. He llegado a oír que la canción que nos va a representar es un himno. ¡Un himno!

Supongo que debe ser un himno no como el de la Alegría, de Beethoven, sino un himno a la estulticia. Además, representa a España una cantante que creo no es española. Porque llamarse Chanel, que no Coco, no tiene tampoco por qué llamarse Lola, por aquello de lo patrio vende, sino porque pronto nos representará gente llamada Jennifer Jenny o Dorothy Glamour. Todo menos llamarse Paco Porras o Carlos Jesús.

El título de la canción ganadora, SloMo, me suena a eslomarse; a partirse el lomo currando. Vamos, no como la cantante hispanocubana Chanel, sino como a partirse el lomo de Mariano el de la obra o como el bujías del mecánico, que para eso está todo este despiste, para evitar pensemos en lo que nos van a hacer con la reforma laboral los socialistas del Gobierno, que también nos han colado no subir las pensiones si votábamos un no a llevar mascarillas en la calle. Y es que esta gente que nos mal gobierna nos confunde, como la noche, con Rafa Nadal y su triunfo histórico o con lo de Ucrania y nos metan con colador en una guerra que hará recordemos aquello de: «De entrada, no a la OTAN». Una mentira más del felipismo y van...

Curiosamente, no oigo a nadie gritar ahora 'No a la Guerra', con los Bardem y compañía porque, ahora, el problema más grave es el posible tongo en el Benidorm Fest. Lo demás no interesa, salvo los comentarios equilibrados de los hijos de Urdangarin, la trama corrupta de José Luis Moreno y Santiago Segura y el himno vocal de la Chanel representando a España. Por favor, aleja de mí, Señor, ese cáliz del espectáculo para bobos de Eurovisión que mi cuerpo no da ya más de sí ante tanta ceguera mundial. Antes, de niño, en la televisión solo poseíamos dos canales. Ahora, con tantos y ni uno nos representa.

Menos mal que la variante ómicron del coronavirus, al parecer, siendo letal, no lo es tanto y están remitiendo los casos y no han sido necesarias tantas unidades de UCI como en el principio de la pandemia. Y es que España, esa España que no la va a conocer ni la madre que la parió, como dijo Guerra, es así. Solo nos preocupamos de las ridiculeces. Al menos aún somos una nación humana, no como Francia, que deja morir de frío a sus mejores fotógrafos.

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