El otro día, cuando iba a comprar los periódicos y nuestra fragata rumbo al Mar Negro para detener a los rusos en la invasión de Ucrania estaba a la altura de Sicilia, me tropecé en una esquina con un sujeto al que no veía hace más de treinta años, y ni siquiera vive en Mallorca. Lo eludí haciéndome el distraído, naturalmente, pero la rara coincidencia no acabó ahí, porque al doblar la esquina me encontré también con una antigua amiga, o una mujer muy parecida a ella, que estaba tomando café en la terraza de un bar. En este caso fue ella la que no me reconoció, gracias a Dios. Considerando que desde hace años sólo salgo de casa para comprar periódicos y que mis conocidos en esta ciudad no llegan a la docena, la probabilidad de esta doble coincidencia, triple contando la fragata, era casi microscópica y daba que pensar. No mucho, pero algo.
Por coincidencia, ese día se cumplían casi dos años del primer contagiado de COVID-19 en España, lo que a cualquier paranoico le parecería demasiada coincidencia y le buscaría significados ocultos. Yo no porque estoy acostumbrado a que pase lo que pase siempre coincida con algo y si uno las busca, coincidencias es lo que sobra. Y no tienen por qué significar nada. Sin coincidencias no habría ninguna historia, dice un proverbio chino, lo que no quiere decir que, como ocurre a menudo, se pueda montar una historia, y menos una ciencia, sólo a base de coincidencias. Menuda coincidencia inverosímil sería esa.
En España y naciones implícitas tenemos coincidencias a millares, a patadas, y de ahí que siempre estemos tan históricos. Acuérdense de cuando Zapatero coincidió con Obama, o de cuando Artur Mas, profeta del ‘procés' y señor muy de derechas acosado por la corrupción de su partido, coincidió con ERC y hasta con los antisistema de la CUP. Histórico a más no poder. La de cosas que deben coincidir para que yo consiga a estas alturas levantarme por las mañanas. Puro azar, mejor no buscarle el sentido. Demasiadas coincidencias, aquí pasa algo, dice la gente. La coincidencia como madre de la ciencia. De la historia. Quién sabe qué significaban esos encuentros fortuitos en el aniversario del COVID-19. Y lo de la fragata.